En la comarca del Moianès, en el pequeño municipio de Granera, la iglesia parroquial de Sant Martí es una joya arquitectónica que ha permanecido en el anonimato durante siglos. Construida originalmente en el siglo XI, esta iglesia románica ha sufrido diversas reformas a lo largo de su historia, siendo la más significativa la llevada a cabo en el siglo XIII, cuando se definió su estructura actual.
Posteriormente, en pleno siglo XVIII, incorporó elementos barrocos que aún se conservan, lo que la convierte en un testimonio único de la evolución arquitectónica en Cataluña. Su importancia histórica y cultural le ha valido la distinción como patrimonio inmueble en el territorio.
Esta es la historia del templo
Los primeros registros documentales de la iglesia de Sant Martí de Granera datan del año 1040 en la documentación del monasterio de Sant Benet de Bages, entidad que poseía extensos dominios en la zona. Durante los siglos siguientes, la iglesia fue objeto de continuas renovaciones y ampliaciones. En el siglo XIII se llevó a cabo una importante reforma que definió gran parte de la estructura que se puede observar hoy en día, especialmente el ábside, decorado con arcuaciones de piedra tallada.
Ermita de Santa Cecilia de Granera
A lo largo del tiempo, la iglesia fue enriqueciendo su interior con diversos altares. En 1357, ya contaba con altares dedicados a Sant Martí, Santa María y Sant Bartomeu. Más adelante, en 1613, se añadieron capillas laterales dedicadas a la Roser y a Sant Isidre, lo que reflejaba el crecimiento del culto y la importancia de la iglesia como centro de referencia religiosa en la región.
Esta es la transformación barroca del siglo XVIII
Uno de los cambios más notables en la fisonomía de la iglesia tuvo lugar en 1774, cuando se decidió eliminar la puerta románica original y sustituirla por una nueva entrada de estilo barroco. Esta intervención incluyó también la remodelación del interior con ornamentaciones propias de la época, otorgándole un carácter más decorativo y monumental.
El portal primitivo, hoy tapiado y semienterrado, presenta un arco de medio punto con decoraciones biseladas y restos de un friso de mitades de bolas, características propias del románico tardío. También se pueden encontrar vestigios de un rosetón que, aunque modificado, mantiene huellas de la ornamentación original.
Una estructura arquitectónica singular
Pese a las numerosas modificaciones que ha experimentado, Sant Martí de Granera conserva elementos arquitectónicos que la vinculan con el románico más evolucionado. En el muro norte, todavía se puede apreciar un friso de piedra sostenido por pequeñas ménsulas, un elemento característico de la época. Su ábside, aunque ha sido sobrealzado, conserva un elegante conjunto de arcuaciones de tradición lombarda, realizado con grandes bloques de piedra bien tallada.
Curiosamente, debido a la construcción de la moderna casa del ayuntamiento junto a la iglesia, parte del ábside ha quedado oculta y solo es visible desde una ventana del piso superior de dicho edificio. Este hecho ha contribuido, en cierto modo, al desconocimiento general sobre la importancia arquitectónica de este templo, que a menudo ha sido ignorado en estudios sobre el románico catalán.
Qué ver y qué hacer en Granera
El entorno natural de Granera es otro de los protagonistas del lugar. El mismo riscal en el que se erige el pueblo ya es digno de disfrute. A pesar de ello, hay más la naturaleza alrededor que ofrece a los visitantes un espectáculo visual incomparable, con puntos culminantes como el serrat de les Pedres (954 metros) o el Pedró (845 metros), ideales para los amantes del senderismo.
Asimismo, el municipio está rodeado de pequeños bosques y bancales que aún conservan vestigios de su pasado agrícola. Claro que todavía es presente. Aunque la actividad agraria se ha reducido drásticamente, algunos campos todavía producen cereales como el trigo y el forraje. La ganadería porcina y bovina también persiste en algunas masías, que se han rehabilitado en las últimas décadas, especialmente gracias a proyectos de acceso al agua en las zonas más remotas.
Cómo llegar al pueblo
Desde Barcelona, para llegar a Granera en coche, se debe tomar la carretera C-33 en dirección a Parets del Vallès y continuar por la AP-7 en dirección Girona/Manresa. Después, hay que desviarse hacia la carretera C-59 en dirección Caldes de Montbui y seguir las indicaciones hacia Castellterçol. Una vez en Castellterçol, se toma la carretera local hacia Granera, atravesando un paisaje de montaña. El trayecto total tiene una duración aproximada de 1 hora y 10 minutos, dependiendo del tráfico