El cuartel del ejército que quiso ser hotel: un proyecto frustrado en la colina más fiestera de Lleida
- Parte de estas instalaciones se han reconvertido en parque tecnológica mientras el resto sigue abandonado
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No es la primera vez que sucede. Edificios emblemáticos que una vez fueron muy significativos de un pueblo o ciudad caen en el olvido. Pasa en todos los países y rincones del mundo y Cataluña no es una excepción.
Empezar a enumerar la cantidad de espacios abandonados que hay por el territorio sería una tarea ardua, pero hay algunos lugares que merecen especial atención. Uno de ellos se encuentra en pleno corazón de Cataluña, en Lleida.
Dónde está
Para muchos, Gardeny no es más que un cerro donde está el castillo y, sobre todo, un espacio donde ir de fiesta a la mítica discoteca de la zona. Esa colina que se eleva en medio de la Plana, en cambio, ha sido testigo de numerosos capítulos de la historia de la ciudad, especialmente durante el siglo XX.
Como es de sobras conocido por sus habitantes, este enclave estratégico albergó, durante medio siglo, las instalaciones militares que se convirtieron en un referente más odiado que apreciado, de cientos, sino miles de jóvenes de la ciudad. Se trata de las Casernes de Gardeny.
Inauguración del cuartel
Todo empezó en 1944, en plena Guerra Civil. El ejército y el ayuntamiento llegan a un acuerdo, por el cual, el segundo cede al primero unos 218.000 metros cuadrados en la colina de Gardeny, con el objetivo de recuperar la Seu Vella, que hasta ese momento funcionaba como instalación militar.
Así, el 5 de junio de 1945 empiezan a abrirse las primeras dependencias de este lugar que se convertirá en sede del ejército. En 1946 sería la inauguración oficial. Desde entonces, centenares, sino miles de leridanos y catalanes en general pasaron por allí para hacer el servicio militar obligatorio, la conocida como mili.
De espacio militar a público
Los jóvenes y militares estaban repartidos en los 12 pabellones que ocupaban este enorme espacio. Allí no faltaba la capilla, una torre de vigilancia, un teatro, bar, cantina, biblioteca, enfermería, garage y hasta una piscina, un campo de fútbol y pista de atletismo.
El ejército hizo uso de las instalaciones durante medio siglo. El 29 de junio de 1996 se retiró la bandera por última vez. Dos años más tarde, en 1998, el Ministerio de Defensa vendió el complejo a la Paeria por 16,3 millones de euros. Este traspaso marcó el inicio de una nueva etapa para el recinto.
Voluntad de rehabilitación
En busca de un proyecto adecuado para la reconversión de este espacio. Poco a poco el edificio y la zona se fue deteriorando. Las quejas de los vecinos por la vandalización y mal uso del lugar no cesaron. Hasta que en 2004 comenzó la metamorfosis del antiguo cuartel.
El ayuntamiento concedió licencias varias para hacer de las Casernes un polo científico y tecnológico, conocido actualmente como Parc Agrobiotech. La idea, más o menos funcionó.
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Hoy este espacio alberga a diversas empresas e instituciones, generando empleo para más de 1.500 personas. Aunque el parque tecnológico ocupa solo una parte del antiguo cuartel de Artillería, su desarrollo ha sido significativo para la economía y el avance tecnológico de la región.
Además del Parc Agrobiotech, se han desarrollado otros proyectos en la zona. Se construyó el Fruitcentre, un centro dedicado a la investigación frutícola, y el centro audiovisual Magical Media, entre otros equipamientos. Estas iniciativas han contribuido a diversificar el uso del espacio y a impulsar diferentes sectores en Lleida.
Completo abandono
Pero no todo luce tan bien. A pesar de los esfuerzos por revitalizar la zona, aún existen edificios y áreas que no han encontrado un nuevo propósito y muestran signos evidentes de deterioro. Un ejemplo notable es el edificio de la antigua Capitanía de Infantería. Situado junto al Castell dels Templers y al centro audiovisual, este inmueble se encuentra en un estado de abandono preocupante.
Desde que las fuerzas militares se fueron del lugar, este edificio no ha sido utilizado. Las ventanas de la planta baja están selladas con tablones de madera o enrejadas para evitar el acceso no autorizado. Sin embargo, la valla perimetral no impide completamente el paso, y es posible acercarse a la fachada trasera, donde se observan cristales rotos y escombros. La fachada principal muestra una balaustrada en ruinas y ventanas con vidrios rotos, mientras que la vegetación crece sin control en sus alrededores.
¿Y el hotel?
El ayuntamiento de Lleida no desiste en dar con un buen uso de este espacio y ha explorado diversas opciones para dar una nueva vida a la antigua Capitanía de Infantería. En 2015, se convocó un concurso para transformar el edificio en un hotel y gestionar su operación. Sin embargo, este concurso no atrajo a ninguna empresa interesada. Un año después, se retomaron las conversaciones con varias cadenas hoteleras en un intento por reactivar el proyecto, pero nuevamente sin éxito.
Mientras tanto, otros espacios históricos en la colina de Gardeny han recibido atención y mejoras. El Castell dels Templers y la iglesia adyacente han sido objeto de restauraciones y están ganando popularidad entre los visitantes. En cambio, el Museu de la Ciència i el Clima no ha logrado despegar y permanece en un estado de estancamiento.