Las murallas de Tarragona son famosas por su canción y por ser una de las más antiguas de la era romana que se conservan fuera de Italia. Pero hay otra que deslumbra hasta tal punto que han sido declaradas bien de interés cultural y bien de interés nacional. Se trata de la muralla de Girona.
Esta enorme fortaleza que rodeaba la ciudad y cuya construcción es de gran relevancia histórica. De hecho, refleja los cambios políticos y militares que han modelado la localidad a lo largo de los siglos.
Cómo es
Este muro defensivo, que ha sobrevivido desde el siglo I a.C., ha sido reconstruido y modificado en distintas épocas, conservando una historia que se remonta a la fundación de la ciudad romana de Gerunda. Originalmente construido en piedra arenisca, el muro alcanza alturas de hasta 60 metros en ciertos tramos y se extiende aproximadamente dos kilómetros, ofreciendo a los visitantes una ruta panorámica sobre la ciudad.
Las primeras fortificaciones de la muralla datan del siglo I a.C., y existen indicios de que se construyeron sobre una estructura ibérica anterior. Bajo dominio romano, la muralla fue reforzada en varias ocasiones como defensa contra incursiones bárbaras.
Periodo de reformas
Durante la época carolingia, entre los siglos IX y X, el muro fue objeto de reformas adicionales, dada su ubicación estratégica en la frontera entre el imperio carolingio y los territorios musulmanes de la Península Ibérica. Más tarde, en el siglo XIV, la estructura experimentó una ampliación significativa, añadiendo nuevas fortificaciones que consolidaron la Força Vella y protegieron a una población en crecimiento.
El tiempo y las sucesivas guerras afectaron la integridad de la muralla, con algunas secciones reformadas y otras dañadas. Sin embargo, la estructura permanece en pie hasta hoy, y ha sido reconocida como un bien de interés cultural y nacional, lo que garantiza su preservación.
Qué ver
De hecho, pasearse por la muralla de Girona es una de las actividades imprescindibles que uno debe hacer si visita la ciudad. El recorrido ofrece vistas excepcionales de la catedral, el río Oñar, el barrio judío y el campanario de San Félix.
Pero no se trata sólo de mirar desde las alturas, también uno debe estar atento al suelo, a la base de esos muros. Si uno baja la vista puede ver los grabados en el suelo que parecen formar letras árabes, un detalle curioso y distintivo de su estructura.
Los visitantes pueden acceder a la muralla desde cuatro puntos de entrada. Algunos sitios de interés dentro del recorrido incluyen el Portal de Sobreportes, la Torre del Rayo, la Torre Iulia y diversos jardines como el Jardín de los Alemanes y el Jardín del Ángel. El Portal de Sobreportes, que funcionó como puerta norte de la antigua Gerunda, conserva aún restos de piedras de la época romana y reformas posteriores.
La Torre del Rayo es el enlace entre la muralla romana y la medieval, mientras que la Torre Iulia muestra la influencia franca del siglo IX. Por otro lado, los jardines a lo largo de los muros permiten descansar y disfrutar de la vegetación y las vistas urbanas.
Cómo llegar
Para llegar a Girona desde Barcelona, existen varias opciones de transporte que facilitan el trayecto. En coche, el viaje dura aproximadamente una hora y media, tomando la autopista AP-7 en dirección norte. Alternativamente, se puede optar por la carretera N-II, aunque se tarda más en llegar.
Para quienes prefieren el transporte público, la línea de tren de Renfe es una opción cómoda y directa. Los trenes de alta velocidad (AVE) o Avant tardan aproximadamente 40 minutos desde la estación de Sants, en Barcelona, hasta la estación de Girona, mientras que los trenes regionales convencionales ofrecen un trayecto de aproximadamente una hora y media.