Encontrar restos humanos es como desenterrar un legado invaluable de nuestra historia. Estos descubrimientos nos permiten reconstruir vidas pasadas, entender culturas antiguas y aprender sobre las condiciones de vida, enfermedades y costumbres de nuestros antepasados.
Cada fragmento de ADN es como un rompecabezas que revela cómo vivían, morían y evolucionaban las sociedades a lo largo del tiempo. Estos hallazgos no solo enriquecen nuestro conocimiento, sino que también nos conectan con nuestras raíces humanas, recordándonos la continuidad y la fragilidad de la vida a través de los siglos.
Restos de la Peste Negra
La iglesia del Castillo de Besora
Como hemos mencionado, los restos de los cuerpos fueron encontrados en el cementerio parroquial de la iglesia de Santa María del Castillo de Besora.
Santa María de Besora pertenece a la comarca de Osona, en Barcelona, que se sitúa entre el Ripollés y la subcomarca del Bisaura, que también es conocida como Besora.
Solo tiene una población de 165 habitantes, según el INE 2023. ¡Esperemos que sean todos unos vecinos bien avenidos!
El castillo de Besora corona una colina sobre una altitud de 1.023 metros, del que hoy solo quedan las ruinas. Fue el centro histórico del territorio de los actuales municipios de Santa María de Besora, San Quirico de Besora y Montesquiu.
A lo largo de los años, el castillo ha ido sufriendo modificaciones hasta quedar solo los restos de los muros del castillo y de la iglesia románica, que aún conserva el ábside y algunas lombardas en el cuerpo lateral.
El primer documento sobre Besora data del año 898 cuando el obispo Gomar de Vic consagró las iglesias de Santa María y San Quirico por solicitud de la abadesa Emma del monasterio de San Juan de Ripoll. A partir de entonces, las dos parroquias de Besora formaron parte de la dotación del monasterio de San Juan. Hay que precisar que esta primitiva iglesia parroquial de Santa María era la de arriba del castillo y de la que aún quedan ruinas del siglo XI.