Barcelona es una ciudad de fiesta, pero también de buen comer y de buen beber. Qué se lo digan a los que vivieron esa Barcelona de los 60, 70 y 80. A aquellos que conformaron ese grupo que se conoce como Gauche Divine y frecuentaba espacios como el Bocaccio, el Giardinetto o el Flash Flash. 

La historia de la capital de Cataluña está llenada de espacios donde la fiesta se daba de la mano del arte y los bohemios. Otro caso claro está por debajo de la Diagonal, concretamente en el Raval. Allí se esconde el bar más antiguo de Barcelona, el Marsella, que frecuentaron Picasso y Dalí e incluso se paseó Hemingway. Pero esta vez, hablamos de un local que está un poco más arriba y con un toque algo más sofisticado.

Un cocktail LUÍS MIGUEL AÑÓN

Primeros pasos

Era 1933 cuando el número 1 calle Tallers cuando Miguel Boadas, un cubano de padres catalanes de apenas llegaba a los 40 años, decidió traer un rincón de su tierra natal a Barcelona. Hacía cerca de 20 años que ya estaba por aquí. Trabajó en lugares tan icónicos como el Bar Nuria o el Kiosko de Canaletas, allí demostró las artes que había aprendido en el habanero mar El Floridita y las perfeccionó.

Las bebidas que servía y la manera de elaborarlas causó sensación. Mezclaba los tragos con dos vasos e incluso escanciaba el cocktail para oxigenarlo. Se creó un sello propio.

Coctelería Boadas

Con esa fama adquirida y la capacidad de creación de nuevas experiencias etílicas, el cubano abrió su propio negocio al lado de Las Ramblas. El 24 de octubre de 1933 abría el ya nonagenario Boadas Cocktails, más conocido como el Boadas.

El local abrió con todo lo que necesita una coctelería. Una larguísima barra de madera y una serie de estanterías en la pared con decenas y decenas de botellas detrás. Todo a mano para servir tantos cócteles como sean necesarios.

Entrada de la coctelería Boadas LUÍS MIGUEL AÑÓN

90 años en activo

En pleno siglo XXI y a punto de celebrar 92 años, el bar parece casi el mismo de entonces. Puertas pequeñas, un grabado en la puerta con el nombre y dos copas de cocktail y mucho estilo. 

Ni desde fuera ni desde dentro parece que el Boadas haya sido testigo de una encarnizada Guerra Civil. En las Ramblas se llegaron a plantar trincheras para las disputas entre anarquistas y republicanos y más tarde para combatir al ejército golpista de Franco.

Local superviviente

Luego vino la dictadura, la represión, pero también la vida nocturna del barrio chino y Las Ramblas. Más adelante tuvo que sobrevivir al atentado terrorista, a la caída de los bares de cócteles y a la llegada de los pubs e Internet. Incluso al cambio de manos.

Miguel Boadas legó el negocio a su hija Maria Dolores, que lo regentó durante décadas de manera excelente, hasta hace menos de 10 años. En 2017 falleció, pero hizo tranquila. Sabía que el negocio quedaba en buenas manos. Unas que ya conocía muy bien, Jerónimo Vaquero.

Retrato de Miguel Boadas en su coctelería LUÍS MIGUEL AÑÓN

Nuevos dueños, misma esencia

Él tenía apenas 14 años cuando conoció a Dolores. Con ella, vino toda la familia, el padre cubano, el marido (el tío Pepe) y los demás. Poco después entraría a formar parte de la familia Boadas. En todos los sentidos.

Vaquero lleva más de 50 años tras la barra y compartiendo aventuras con los Boadas, un bar que, desde 2017  puede decir que es suyo y que, desde 2022 cuanta con un nuevo aliado. Ese año, Vaquero fue en busca de un un colega suyo, Simone Caporale, bartender en boga que además lidera junto con Marc Álvarez la coctelería Sips, uno de los mejores bares del mundo según The World's 50 Best Bars. Desde entonces, ambos son los copropietarios del Boadas. La esencia se mantiene. 

Nuevos tiempos

A sus casi 92 años la coctelería más antigua de Barcelona sigue en pie. Tanto que este mismo año amplía sus fronteras. Salen de su calle Tallers un rato y se van de terraza. Y no a una cualquiera.

El histórico bar estrena ‘rooftop’ con vistas al puerto. Lo hacen en la planta 6 del Hotel Duquesa Suites (Plaça de Correus, 5) de Barcelona. Un viaje del inicio al fin de Las Ramblas. O viceversa.

La idea les rondaba desde hace tiempo por la cabeza. De hecho, ya en 2023, y con Marc Álvarez como tercer socio, se barajó la posibilidad de llevarla a cabo, pero hubo que esperar. "Boadas es un sitio pequeño, de interior, de centro de ciudad, y es un histórico en la representación de la llegada de la coctelería cubana de principios de siglo a Barcelona. Pensamos que tendría mucho sentido resurgir esta coctelería en un ambiente conectado con el mar, con el puerto...", explica el bartender a Hule y Mantel.

No están solos en este proyecto. Toni Romero, chef del restaurante Suculent (Barcelona), se ha sumado a la propuesta diseñando la carta sólida, para acompañar los cócteles de Boadas, tal y como cuenta la revista gastronómica. Están acabando de dar los últimos retoques a la carta, pero el chef nos confirma que incluye una parte cercana a la idea de aperitivo, con propuestas como una gilda con alcachofa a la brasa, piparra ahumada y anchoa, un matrimonio (anchoa y boquerón) con agua de olivas, un buenísimo jamón ibérico, quesos catalanes... hasta una fresca ostra con ceviche.

Barra de la coctlería Boadas LUÍS MIGUEL AÑÓN

"La idea de añadir nuevas propuestas a la carta cuando todo esté más rodado", cuenta el chef y explica que esta es su primera experiencia en una terraza de hotel —aunque le habían tanteado en otras ocasiones—. "Un reto que me hace ilusión, pero que también me da respeto", reconoce Romero, que con este proyecto sale de su zona de confort.

La terraza ya está abierta, en horario de tarde-noche (de 17h. a 00.30 horas, de lunes a domingo), y alargará su temporada hasta octubre, si el buen tiempo lo permite. Porque, si bien la propuesta, tanto de coctelería como gastronómica, tiene todavía que rodar un poco y acabar de ajustarse, el concepto promete y los dueños de la coctelería quieren más. Esta vez el nieto Boadas puede entrar en la ecuación. “Está travieso y parece que tiene ganas de moverse", comentaba a Hule y Mantel. Sus fans ya esperan saber más.

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