Así es la gran joya románica de Cataluña: está en Girona y deja impresionado a National Geographic
El pórtico de este histórico monasterio opta a formar parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO
31 mayo, 2024 14:47Noticias relacionadas
Cuando se habla del románico, en seguida viene a la cabeza Cataluña. Las iglesias de Boí y de Taüll siempre aparecen en todas las guías sobre este movimiento arquitectónico. Pero en el territorio hay mucho más que explorar.
En Ripoll hay una iglesia que se postula para ser declarada patrimonio de la Humanidad y que maravilla a todo aquel que lo ve. Una prueba más de ello es que publicaciones de referencia en el mundo de los viajes, como National Geographic, ya le dedican artículos venerando sus atractivos y resaltando su arte.
Un templo románico único
Lo cierto es que la iglesia de Santa Maria de Ripoll es una increíble puerta de entrada al románico, un estilo artístico y arquitectónico que floreció en Europa durante los siglos XI y XII, marcando el primer gran periodo de construcción en la Edad Media, con gran enraizamiento en Cataluña. Su estilo surge en un contexto de consolidación del poder feudal y expansión del cristianismo, reflejando la estabilidad y el crecimiento de las comunidades monásticas y las ciudades, donde más se pueden apreciar sus características.
La arquitectura románica se distingue por su solidez, funcionalidad y simbolismo religioso, por eso, destaca sobre todo en las iglesias, monasterios y catedrales construidas en este periodo. Entre los rasgos distintivos de este estilo arquitectónico se observa el uso de arcos de medio punto, las bóvedas de cañón y las paredes gruesas con contrafuertes para soportar la estructura. Eso y las plantas de cruz latina, con transeptos bien definidos y ábsides semicirculares.
Origen del templo
El monasterio de Santa Maria de Ripoll tiene mucho de todo eso. Convertido en uno de los monumentos románicos más importantes de Cataluña, su riqueza artística y su significado histórico le otorgan un valor incalculable. De hecho, fue inaugurado a finales del siglo IX por el conde Guifré el Pilós y su esposa Guinedilda, dos de los mitos fundacionales del nacionalismo catalán.
La construcción del monasterio nació, precisamente, con la misión de repoblar el valle de Ripoll. Las batallas de esas épocas fueron sangrantes y crudas, pero eso no hizo otra cosa que dar épica a su historia.
La triste historia de la iglesia
Lo cierto es que bajo la protección de los condes, el monasterio floreció rápidamente, convirtiéndose en un centro cultural de referencia en la Europa medieval durante el siglo X. Buena prueba de ello es la existencia de la apabullante biblioteca que albergaba una vasta colección de documentos valiosos, abarcando temáticas religiosas, técnicas, legales e históricas.
Como bien sucedía en la época medieval, la iglesia era la guardiana del conocimiento, que lo monopolizaba sin traspasarlo al pueblo. Así, en el interior de bibliotecas, como la de Santa Maria de Ripoll, los monjes se dedicaban a la labor de copiar y elaborar estos documentos en el scriptorium, incluyendo biblias ricamente ilustradas. De esa época ha quedado muy poco. El monasterio sufrió un violento saqueo e incendio en 1835 que devastó gran parte de esta colección. Sólo se pudieron salvar 231 volúmenes, que hoy se conservan en el Archivo de la Corona de Aragón.
La Basílica
Pero para volver a la arquitectura románica del templo, subrayar que su basílica, consagrada en 1032 por el abad Oliba, es un impresionante ejemplo de la arquitectura lombarda de la época. La iglesia de planta basilical cuenta con cinco naves y siete ábsides, un diseño monumental que refleja la importancia del monasterio en esos años.
A pesar de que, a lo largo de los siglos, la basílica ha sufrido varias modificaciones debido a desastres naturales, como el terremoto de 1428, y a conflictos bélicos durante los siglos XVIII y XIX, se mantiene buena parte de su estructura. De hecho, la forma actual de la iglesia es el resultado de una meticulosa reconstrucción llevada a cabo a finales del siglo XIX.
El pórtico
Pero si hay algo que destaca en Santa Maria de Ripoll es su pórtico del siglo XII, considerado una de las mejores muestras de la escultura románica. Esta obra maestra ha sido propuesta como candidata a Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y es fácil entender por qué.
La portalada, ricamente decorada con escenas bíblicas y figuras religiosas, es una auténtica joya del arte románico que merece una atención especial de cualquier visitante. De 12 metros de ancho y siete de alto, supone todo un arco triunfal, con una gran cantidad de grabados. En sus márgenes se pueden ver múltiples escenas del Antiguo Testamento labradas por escultores anónimos, que siguen los relatos de una Biblia que se conserva en el mismo monasterio.
Un claustro multi-estilos
El claustro del monasterio es otro de sus tesoros. Aunque alberga restos arqueológicos del siglo X, las galerías visibles hoy en día fueron construidas entre los siglos XII y XVI, lo que resulta en una interesante mezcla de estilos arquitectónicos.
La galería noroeste, contemporánea a la portalada, es de estilo románico y destaca por sus capiteles de gran calidad, adornados con figuras humanas, animales fantásticos y motivos vegetales. Esta variedad estilística, desde el prerrománico hasta el gótico, proporciona un fascinante recorrido por la evolución arquitectónica del monasterio.
Necrópolis descubierta
Todo este conjunto convierte a Santa Maria de Ripoll en un templo de cultura e historia. Además, siempre ha estado vinculado a grandes figuras de la historia de Cataluña. A parte de Guifré el Pilós y el abad Oliba, los condes Ramon Berenguer III y IV, y el obispo Josep Morgades también desempeñaron roles cruciales en el desarrollo y la protección del monasterio.
Y ya que se habla de figuras históricas, hace relativamente poco, este monasterio dio una sorpresa. Unas excavaciones arqueológicas realizadas en el subsuelo de la iglesia entre 1968 y 1976, sacaron a la luz una necrópolis en las que se hallaron hasta 65 tumbas, algunas de ellas del siglo XVII.
Cómo llegar
Quien quiera acercarse allí no lo tiene tan difícil. Se tarda una hora y media desde Barcelona. Además, es sólo una carretera que se ha de tomar, la C-17.
Curiosamente, desde Girona se tarda más o menos lo mismo. Se puede ir por la C-25 hasta Vic y allí seguir por la C-17 o bien ir por las carreteras nacionales: la C-66 hasta Olot y de allí la N-206 hasta Ripoll.