Hay lugares del mundo que son tan famosos que hasta se les dedica canciones. Nueva York, Londres, Los Angeles e incluso Barcelona tiene la suya propia, pero hasta los pueblos más pequeños tienen también algún tema que le hacen mención. Este es el caso de un pueblito que de la Costa Brava que sale en una canción.
Se trata de una conocida habanera, ese canto de ida y vuelta que eran propios de los tiempos de la colonia. Son unos versos que se dedicaban a aquellas personas cuya vida estaba entre España y las llamadas Américas. Canciones y poemas dedicados a aquellos que vienen y van. O aquellos que fueron y volvieron. O no.
La habanera más conocida
La más conocida de toda es la famosa El meu avi. Esta canción en catalán, tal vez la habanera más famosa en esta lengua, hace una mención clara a Calella. Tal vez, los que la conocen no han reparado en ello. Pero si se recuerda la vuelta se canta:
Quan el "Català" sortia a la mar
Els nois de Calella
Feien un cremat
Tocant la guitarra solien cantar (solien cantar)
Visca Catalunya! Visca Catalunya!
Visca el "Català"!
A partir de aquí se repite en dos ocasiones más, por un lado ,se hace referencia als “mariners de Calella”, entre los que estaba el abuelo al que se dedica la canción. Más adelante, se repite cuando habla de los que emprendieron el viaje:
El timoner i el nostramo
I catorze mariners
Eren nascuts a Calella
Eren nascuts a Palafrugell
Por qué Calella
Más allá de la canción, quien conozca Calella puede entender porque las personas que se iban de este pueblo le cantaban a este rincón de la Costa Brava: porque era y es un tesoro histórico. Destaca especialmente el conjunto monumental de Sant Sebastià con su famoso mirador, ofreciendo vistas impresionantes de calas y paisajes naturales. Además, el cercano Jardín Botánico de Cap Roig es un must para los amantes de la botánica y las vistas al mar, consolidándose como uno de los más significativos del Mediterráneo con más de 1000 especies diferentes.
Volviendo a Calella después de este largo paseo, uno puede perderse por el conjunto de callejuelas que dibujan el casco histórico. Allí es fácil dejarse llevar por el encanto de su historia y arquitectura, en particular las de las Voltes y la Gravina, con buganvillas que adornan las fachadas albinas. Y así, caminando sobre los adoquines, rápidamente uno se encuentra con la iglesia de Sant Pere.
Qué ver
La iglesia de Calella es una construcción modesta con una torre cuadrada y una única nave, pintada de blanco, siguiendo la tradición local. Alberga valiosas piezas artísticas y es famosa por su acústica, siendo el lugar idóneo para los conciertos veraniegos organizados por las Juventudes Musicales de Palafrugell.
Pero si por algo destaca Calella es por su costa. El pueblo ofrece playas como Port Bo o El Canadell, espacios de belleza contenida pero inmensa, que atraen cada vez más a turistas en busca de sol y mar. Además, las características de sus aguas las convierten en un punto ideal para el submarinismo y otros deportes náuticos.
Las playas de Calella
Port Bo es popularmente conocida como la playa de las pequeñas embarcaciones. A un lado están Malaespina y El Canadell; al otro, La Platgeta y, un poco más allá, Port Pelegrí. También están Golfet, Sant Roc o Els Canyers. En total, ocho playas rodean estas aguas cristalinas. Son calas íntimas, protegidas, con arena dorada o piedras, perfectas para nadar, saborear una paella o entonar canciones populares que recuerdan a aquellos emigrantes que triunfaron en Cuba. El camino de los Americanos que cruza Calella, Llafranc y Llofriu también celebra su herencia.
De hecho, si uno sigue caminando, sobre un saliente rocoso, está el mirador de Manel Juanola i Reixach, en honor al creador de las pastillas Juanola, oriundo de Palafrugell. Ofrece una vista excepcional de la playa de Canadell. Otra panorámica espectacular la brinda la punta de los Burricaires, entre Port Pelegrí y La Platgeta.
Dónde comer
Pero no todo es música y playa, hay más factores que invitan a disfrutar de Calella y la tierra de Palafrugell como, por ejemplo, la oferta gastronómica. Ubicado en el corazón de la Costa Brava, el municipio se enorgullece de una cocina que aprovecha lo mejor del mar y la tierra. Los restaurantes locales, tanto en el casco antiguo como a lo largo de su costa, sirven desde marisco fresco hasta variedades exquisitas de arroz y carnes selectas, con un énfasis en el comercio local y productos de kilómetro cero. Este compromiso con la calidad y la proximidad asegura una experiencia culinaria auténtica y sostenible, a precios competitivos.
La importancia de la cocina en la zona es tal que cerca, en Palafrugell, se alberga un Centro de Interpretación de la Gastronomía. Este espacio no solo ofrece una ventana a la evolución culinaria de la región, sino que también muestra su impacto en el turismo y el desarrollo local. A través de su exposición, visitantes pueden entender por qué la gastronomía no es solo parte de la economía, sino un pilar cultural esencial.
Cómo llegar
Este municipio, situado en la costa de la provincia de Girona, emerge como una joya en la geografía catalana, distinguiéndose no solo por su entorno natural idílico, sino también por una rica oferta gastronómica y cultural que merece ser explorada a fondo.
La accesibilidad es uno de los puntos fuertes de Calella Palafrugell. A solo 45 kilómetros del aeropuerto de Girona, 120 km de Barcelona y 50 de la frontera francesa, se posiciona como un destino ideal tanto para escapadas de fin de semana como para estancias más prolongadas. La facilidad de conexión con importantes centros urbanos y turísticos le añade un atractivo extra, facilitando que visitantes de todas partes lleguen a disfrutar de sus encantos.