Las pizzerías se han convertido en uno de esos refugios gastronómicos donde casi todo el mundo encuentra algo que le entusiasma. La mezcla de aromas, el ambiente informal y la promesa de una pizza recién salida del horno hacen que estos locales sean sinónimo de disfrute inmediato. No importa la edad ni el momento del día: compartirla tiene algo de ritual social, de comida que se celebra en grupo y que evoca momentos sencillos pero memorables.
Además, las pizzerías han evolucionado mucho en los últimos años, ofreciendo propuestas que van desde la tradición italiana más estricta hasta creaciones innovadoras que despiertan la curiosidad del comensal. Esa variedad es precisamente lo que las hace tan irresistibles: siempre hay una masa diferente que probar, un queso que descubrir o una combinación inesperada que sorprende. Por eso vuelven una y otra vez a nuestras listas de favoritos, como un lugar donde sabemos que siempre encontraremos algo que nos hará felices.
La pizzería de Barcelona
En la región de Campania, la comida no se concibe como una simple necesidad, sino como algo que forma parte de la identidad de sus habitantes, de su manera de relacionarse y de celebrar. Ese universo cultural es el que la pizzería Número Diez ha querido trasladar al barrio de Sarrià, en Barcelona.
El restaurante se presenta como un homenaje a las trattorias tradicionales: espacio modesto, cálido y lleno de señales que remiten a la vida diaria en la ciudad italiana. El dueño, un napolitano orgulloso de sus raíces, recibe a los clientes con la cercanía de quien abre las puertas de su propia casa.
A simple vista, la decoración ya cuenta una historia: una camiseta azul con el número 10, que preside la sala en recuerdo de Maradona; las mesas lucen mosaicos artesanales de vivos colores; y del techo cuelgan piezas de ropa que evocan los patios y callejones napolitanos. Un antiguo teléfono rojo y una fotografía amplia de Positano completan un ambiente que podría confundirse con una postal del sur de Italia.
Gastronomía del lugar
La comida arranca con una jarra de cerveza Moretti helada, ideal para inaugurar la experiencia. El primer plato en llegar es una gran croqueta de patata con provola ahumada, crujiente al romperla y suave por dentro. Le sigue un surtido generoso de embutidos y quesos de la Campania -el llamado 'vulcano mixto'- acompañado de aceite picante elaborado en casa y de una focaccia muy tierna y recién salida del horno.
En los principales, la apuesta es clara: platos pensados para disfrutar en compañía. Los ñoquis a la sorrentina se sirven dentro de una base de masa de pizza, una presentación llamativa que suma sabor y contundencia. Las raciones son grandes y responden al estilo napolitano más ortodoxo. La Scugnizzo, que combina mortadela de Bolonia, crema de burrata y pistacho troceado; una mezcla fresca y sabrosa.
Pizza Número Diez
Para rematar, dos postres clásicos de la tradición italiana: un tiramisú casero y un baba cubierto con nata montada y frutos rojos. La despedida llega en forma de limoncello, servido como colofón a una comida que respira italianidad.
Número Diez logra captar el espíritu napolitano sin artificios: celebra la cocina de barrio, honra la memoria de Maradona y ofrece un ambiente cercano y accesible. Una propuesta honesta para quienes buscan sabores de la Campania sin salir de Barcelona.
