Nos encantan las sopas de otoño porque representan ese momento en que el cuerpo y el alma buscan calor y confort. Cuando bajan las temperaturas, una sopa humeante se convierte en un refugio sencillo: el aroma de las verduras, el caldo, que reconforta, y la textura suave, que invita a la calma.
Son platos que despiertan recuerdos familiares, cenas tranquilas y sabores de hogar. Además, en otoño los ingredientes de temporada -como la calabaza, los boniatos, las setas o las castañas- ofrecen una paleta de colores y sabores que llenan la mesa de calidez y tradición.
Receta de la sopa de cebolla
Esta es la receta de la sopa de cebolla con boletus para este otoño, que no te puedes perder. Primero, obtén los siguientes ingredientes:
- 600 gramos de cebollas.
- 40 gramos de boletus secos.
- 1 hojas de laurel.
- 4 rebanadas de pan rústico.
- 150 gramos de queso semicurado.
- 1 cucharada de tomillo (hojitas).
- 750 mililitros de caldo de verduras.
- 19 gramos de mantequilla.
- 2 cucharadas de aceite de oliva.
- Sal.
- Pimienta.
Primero, pela las cebollas y cortarlas en juliana. Derrite la mantequilla con el aceite en una cazuela. Añade la juliana de cebolla y el laurel, sazona con sal y pocha 25 min sin que coja color. Baña con el caldo, lleva a ebullición y cocina 10 min a fuego bajo. Incorpora los boletus secos y continua la cocción 5 min más.
Después, precalienta el horno a 200º. Corta en rebanadas el pan, reparte el queso sobre cada rebanada y gratinarlas en el horno a 190º.
Para finalizar, repártelos en cuencos individuales, acompaña con las tostadas de pan con queso, decora con unas hojitas de tomillo y espolvorea pimienta recién molida.
Boletus secos
Los boletus secos son setas del género Boletus -en especial el Boletus edulis- han pasado por un proceso de secado para eliminar su contenido de agua y prolongar su conservación. Este método concentra sus aromas y sabores, haciendo que tengan un gusto más intenso que las setas frescas.
Al rehidratarlos con agua tibia, recuperan su textura y desprenden un caldo muy aromático, ideal para enriquecer arroces, guisos, salsas o cremas. Su versatilidad los convierte en un ingrediente esencial en la cocina de otoño e invierno, especialmente en la gastronomía mediterránea y de montaña.
Conservan gran parte de los nutrientes del hongo fresco. Son ricos en fibra, proteínas vegetales, minerales como el fósforo, potasio, hierro y selenio. Además, contienen antioxidantes como los polifenoles y la ergotionina, que ayudan a proteger las células frente al envejecimiento. Tienen un bajo contenido calórico y, prácticamente, nada de grasa, por lo que son una opción saludable que aporta sabor y valor nutritivo a cualquier receta.
Setas secas
Propiedades de la cebolla
Las cebollas son vegetales de bajo aporte calórico, pero de alto valor funcional, ya que contienen una proporción considerable de agua y nutrientes concentrados. Aportan minerales como potasio, fósforo, calcio, magnesio y trazas de hierro y zinc. Por su parte, en cuanto a vitaminas, destacan la vitamina C -que refuerza el sistema inmune y ayuda en la absorción de hierro- y varias del grupo B, especialmente la B6 y el ácido fólico.
Pero más allá de su valor nutricional básico, las cebollas destacan por sus compuestos bioactivos: contienen flavonoides (como la quercetina), compuestos de azufre (específicamente los compuestos organosulfurados) y otros fitoquímicos que les confieren efectos antioxidantes, antiinflamatorios, antimicrobianos y vasodilatadores.
Estos compuestos han sido estudiados por su capacidad para reducir el colesterol LDL, ayudar al control de la presión arterial, favorecen la salud cardiovascular y modulan el sistema inmune. Además, gracias a la fibra prebiótica (como la inulina) que contienen, pueden favorecer la flora intestinal saludable y mejorar la función digestiva.
