Montaje con Gessamí Caramés y pescadería del mercado de abastos / CG

Montaje con Gessamí Caramés y pescadería del mercado de abastos / CG

Gastronomía

La cocinera catalana, Gessamí Caramés (33), lo tiene claro: “Los mercados están pensados para mujeres del hogar”

La mayoría de mercados municipales en Cataluña y en otras partes de España abren en franjas horarias muy reducidas, fundamentalmente por las mañanas, justo cuando gran parte de la población está en sus puestos de trabajo

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En los últimos años, la conversación en torno a la alimentación y la cocina ha ido mucho más allá de las recetas. Se habla de sostenibilidad, de comercio local, de hábitos saludables y de tiempo. Tiempo que no siempre tenemos.

En este contexto, la cocinera catalana Gessamí Caramés, de 33 años, plantea una reflexión en una entrevista a El Nacional de Cataluña que interpela tanto a la tradición como al presente: los mercados, esos espacios emblemáticos que se identifican con la frescura y la vida comunitaria, “siguen funcionando con un esquema patriarcal, pensado para mujeres del hogar”.

La afirmación es contundente, pero revela una realidad que muchas personas comparten sin atreverse a verbalizarla. Caramés, que defiende la cocina doméstica y la importancia del producto fresco, observa cómo las dinámicas sociales han cambiado, mientras que los mercados parecen haber quedado anclados en un modelo del siglo pasado.

La mayoría de mercados municipales en Cataluña y en otras partes de España abren en franjas horarias muy reducidas, fundamentalmente por las mañanas, justo cuando gran parte de la población está en sus puestos de trabajo. Quien quiera comprar allí se enfrenta a una incompatibilidad evidente: ¿cómo acceder al mercado cuando los horarios laborales absorben la mayor parte de la jornada?

La necesidad de adaptarse 

Para Caramés, esta situación no es fruto de la casualidad, sino de una estructura heredada: “Los mercados están pensados para mujeres del hogar”. Durante décadas, la organización social asumía que las mujeres eran las encargadas de ir a comprar, gestionar el presupuesto familiar y cocinar.

Ellas disponían de las mañanas para acercarse al mercado, charlar con los tenderos, elegir el mejor pescado o las verduras más frescas. Esa imagen romántica, aunque cargada de valor cultural, excluye de manera sistemática a quienes hoy trabajan fuera de casa en horarios convencionales.

Caramés considera que es necesario un cambio de mentalidad y, sobre todo, de estructuras. “Ahora mismo es muy difícil ir a comprar al mercado con la vida que llevamos”, reconoce a El Nacional.

El resultado es que muchas familias terminan acudiendo al supermercado de proximidad, abierto hasta la noche, aunque esto suponga renunciar a parte de la frescura y del vínculo humano que caracteriza al mercado tradicional.

La cocinera no niega que haya excepciones. En Barcelona, por ejemplo, algunos mercados han empezado a abrir por las tardes o a extender sus horarios los sábados, lo que permite un mayor acceso.

Sin embargo, el problema persiste: “Si te paras a pensar en el volumen de gente que va a trabajar por la mañana y vuelve a casa a las 15 h o las 16 h, es mucho mayor que cualquier otro tipo de horario. Y los mercados están abiertos justo en esas horas. Es un error sistemático”.

Un cambio para una cocina doméstica mejor

El debate trasciende lo meramente práctico. Lo que Caramés pone sobre la mesa es la necesidad de repensar cómo queremos relacionarnos con la alimentación. ¿Queremos seguir viendo la cocina como un espacio reservado a quienes “tienen tiempo”, perpetuando estereotipos de género, o apostamos por un modelo más inclusivo en el que toda la sociedad pueda participar?

Abrir los mercados en franjas más amplias, adaptar sus horarios a las realidades laborales contemporáneas y promover la conciliación son pasos imprescindibles para devolver al mercado el papel central que tuvo durante siglos.

Aun así, Caramés mantiene el optimismo: la cocina tradicional no está condenada a desaparecer. “Lo doméstico sigue teniendo un valor enorme, porque nos conecta con nuestras raíces y nos obliga a parar, aunque sea un momento, en medio de la prisa”, recoge en sus palabras El Nacional. Lo que hace falta, insiste, es generar las condiciones para que esa conexión sea posible sin depender de un modelo patriarcal que ya no responde a la sociedad actual.