Boles de Picolat

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Gastronomía

El plato típico de Cataluña que no se come en el resto de España: su origen se remonta al siglo XX

Un guiso contundente de cuchara muy valorado en el territorio catalán y en el sur de Francia

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La cocina típica catalana nos encanta porque es un auténtico reflejo del paisaje y la historia de la región: combina verduras frescas de la montaña y pescado y marisco del Mediterráneo; todo ello cocinado de forma sencilla, saludable y llena de sabor. Cada bocado evoca el entorno diverso de Cataluña, desde las huertas del Penedès hasta los bosques del Pirineo, lo que convierte cada plato no solo en comida sino en una experiencia cultural.

Además, tiene ese equilibrio perfecto entre legado y modernidad: platos que nacen en cocinas humildes, pero que hoy gozan del reconocimiento internacional gracias a chefs Michelin que los reinterpretan con técnicas actuales sin perder su esencia.

Eso convierte cualquier comida en Cataluña en un viaje: desde el hogar de la abuela hasta los salones más innovadores, todos nos unen y emocionan con su autenticidad, su sabor mediterráneo y su capacidad para evocar raíces y vivencias compartidas.

El plato típico catalán

Las bolas de Picolat es un plato típico de la Cataluña Norte, del Rosselló. Son unas albóndigas tradicionales, que representan lo mejor de la cocina popular. Se elaboran con carne picada de cerdo y ternera (o incluso ternera, cerdo y ternera lechal) mezclada con ajo, perejil y pan remojado. Después se forman bolas compactas que se rebozan ligeramente y se doran. El término 'picolat' proviene del catalán y hace referencia al 'hachis' o carne picada, por lo que su nombre describe su técnica y origen.

Se cocinan lentamente en una rica salsa a base de sofrito de cebolla, tomate, zanahoria, aceitunas verdes y, a menudo, setas acompañadas de alubias blancas o patatas. El resultado es un guiso contundente, sabroso, ideal para platos de cuchara y perfecto para prepararlo con antelación, ya que incluso mejora de un día para otro. Hoy en día es un plato muy valorado tanto en Cataluña como en el sur de Francia debido a su mezcla de sabores mediterráneos, su carácter festivo y la conexión con la cocina de casa de nuestras abuelas.

Esta preparación casera llegó a popularizarse a lo largo del siglo XX entre las familias rurales de esta zona transfronteriza. La receta es, especialmente, apreciada por su capacidad de cocinarse con antelación y mejorar tras reposar, convirtiéndose en un símbolo de la cocina comunitaria y festiva heredada de nuestros antepasados. Meses más tarde, el plato cruzó a la Cataluña española, donde mantiene su estatus como guiso tradicional ligado a reuniones familiares y celebraciones locales.

Por qué gustan tanto las albóndigas

Las albóndigas gustan tanto por múltiples razones. En primer lugar, su textura y sabor son irresistibles: la mezcla perfecta entre carne picada, especias y pan remojado o migas crea una bola jugosa que, al combinar grasas y proteínas, ofrece un grado de untuosidad y consistencia ideal en boca. Además, su simplicidad en la preparación -se pueden freír, hornear, hervir o cocer al vapor- las convierte en un plato versátil y accesible que encaja en cualquier comida, desde entrantes festivos hasta completos almuerzos familiares.

Por otro lado, nos conectan profundamente con la idea de comida casera y nostálgica. Prepararlas suele ser una actividad familiar, ya que está ligada a recuerdos de la infancia y a recetas transmitidas por generaciones.

Este plato es un ejemplo de como el aprovechamiento puede convertirse en un favorito universal por su calidez, su sabor y su capacidad de evocación.

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