David Walliams

El señor Walliams llevaba ya tiempo compatibilizando la escritura de sus libros (“¡¡Para los niños!!”, como clamaba Gloria Fuertes con su mítica voz de cazalla) con apariciones televisivas en el programa Got talent (entre 2012 y 2022), donde ejercía de jurado hasta que unos comentarios sobre una concursante fueron calificados de impropios y machirulos y me lo pusieron en la calle.

No negaré que David Walliams arrastraba cierta fama de tener las manos muy largas, aunque él lo niega todo, lo de antes y lo de ahora, que consiste en haberse puesto excesivamente retrechero con ciertas empleadas de Harper Collins. Dudo que encuentre un nuevo editor, dada su definitiva condición de apestado, pero seguro que Harper Collins seguirá ganando dinero con sus libros, dado que lo cortés no quita lo valiente.

No sé si el señor Wallias es el rijoso asqueroso del que nos hablan o si vivimos una época llena de ofendiditos y ofendiditas capaces de buscarte la ruina en cuanto te sales del guion. Así pues, no entraré en sus líos con su editorial. Pero sí en lo buena que era Little Britain (una comedia de sketches centrados en lo más penoso y deplorable del alma británica, una autocrítica formidable al país que dominaba las olas in illo tempore como no ha habido otra parecida en ninguna otra parte del mundo, salvo tal vez, de nuevo, en Gran Bretaña, con This England).

Little Britain vivía permanentemente en el filo de lo incorrecto. Los personajes de sus sketches estaban condenados a la cancelación en cuanto la tolerancia humorística empezase a considerarse inapropiada. De ahí que hayan desaparecido de las plataformas Daffyd, el único gay de su pueblo galés, según él, que veía intolerantes por todas partes (un merluzo interpretado por Matt Lucas, también gay, pero acusado de homofobia), Vicky Pollard (Lucas de nuevo), una adolescente gorda y orgullosamente analfabeta, condenada a tratar con la asistente social hasta el día del juicio, o el falso paralítico (Lucas otra vez) que se lanza a saltar y bailar en cuanto su cuidador (Walliams) le da la espalda.

Puede que el error de David Walliams haya sido creerse un personaje de Little Britain en la vida real. O que haya, realmente, un plan contra él para arruinarle la vida. Personalmente, le agradezco sobremanera esa serie con la que me tronché de risa durante unos tiempos más libres que estos.