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Examen a los protagonistas

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La desesperación en Junts ante la fuga de votos hacia Aliança Catalana alcanza tal dimensión que los neoconvergentes ya se miran en el espejo y ven un mal menor en la posibilidad de pactar con Sílvia Orriols. El último en hablar sobre ello ha sido Artur Mas, que ayer fue más allá en lo que Jordi Turull afirmó el día anterior, cuando el secretario general posconvergente evitó aclarar si negociarían con ella por las elecciones municipales.

"Los cordones sanitarios son un error, porque lo único que hacen es victimizar a estos partidos para que luego crezcan, como ha pasado en Ripoll", dijo el expresident de la Generalitat en el programa Cafè d'idees de RTVE. Y, echando mano de su elocuencia, trató de disimular los nervios existentes en Waterloo hablando de "líneas verdes", y no de "líneas rojas", presentando el nuevo escenario como una oportunidad.

El proyecto del líder de Junts, Carles Puigdemont, está próximo a su final, según evidenció el Barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió el pasado lunes. La dirigente de Aliança Catalana le arrebataría uno de cada cinco votos, hasta el punto de combatir de tú a tú por ser la tercera fuerza del Parlament. Un escenario que empujará aún más a Junts a asumir parte del argumentario orriolista sobre inmigración.

Una cuestión que Mas ha sacado a relucir ahora al aseverar que "hace 20 años ya decíamos que no cabía todo el mundo en un país como Cataluña". Los neoconvergentes no dan con la tecla, lo que aboca al actual líder de la oposición a romper uno de los pocos consensos que mantiene firme la Cámara catalana: el aislamiento de la extrema derecha que amenaza derechos y libertades en pleno siglo XXI.