Thomas Meyer, presidente de Desigual

Thomas Meyer, presidente de Desigual

Examen a los protagonistas

Thomas Meyer

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Desigual ha concluido su proceso de transformación iniciado en 2019 con un balance con luces y sombras. Por una parte, la marca de moda parece haber recuperado la senda del crecimiento y la rentabilidad. Pero, para conseguirlo, se ha dejado prendas por el camino, cerrando aquellos locales que no le daban la rentabilidad que esperaba.

La textil ha cerrado tiendas pero, al mismo tiempo, ha remodelado otras, lo que le ha permitido adaptarse a su renovada imagen corporativa. Una remodelación que la ha vuelto, de paso, atractiva para jóvenes de 30 a 40 años.

A pesar de los beneficios, la facturación e ingresos por ventas de Desigual se sitúan en la actualidad en los 332 millones, una cifra que representa un tercio de los que registraba diez años atrás. Y un 6% menos que el ejercicio pasado, tal como explica Crónica Global.

De los recortes llevados a cabo en los últimos años también dan cuenta la reducción de puntos de venta: del medio millar que llegó a tener en sus mejores años, en 2024 fueron 330, tras haber bajado la persiana de 60 durante el ejercicio. También se redujo la plantilla, de 2.400 a 2.000 trabajadores en números redondos.

Mientras, su propietario, Thomas Meyer, cobra de Desigual por partida triple. De un lado, por el alquiler de los despachos; de otro, por los servicios de asesoramiento de dirección que la sociedad La Vida es Chula le presta a la compañía, y que significan unos honorarios anuales de 0,9 millones. Como presidente de la textil, se reparte junto con los dos miembros del consejo, Celso Gomáriz Orozco y Jorge Martínez Martinell, un millón de euros a título de emolumentos.