El padre de Lamine Yamal, Mounir Nasraoui, posa sentado en un banco

El padre de Lamine Yamal, Mounir Nasraoui, posa sentado en un banco REDES

Examen a los protagonistas

Mounir Nasraoui

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La figura de Mounir Nasraoui, padre del reconocidísimo Lamine Yamal, ha pasado en cuestión de meses de la compasión a la sospecha. Aquel 14 de agosto de 2024, cuando fue apuñalado en el barrio de Rocafonda de Mataró (Barcelona) y hospitalizado de urgencia, todo apuntaba a que era una víctima más de la violencia callejera.

Hoy, sin embargo, la investigación judicial matiza esa imagen inicial: Nasraoui ha declarado ante el juez ya no como testigo por su condición de herido, sino como investigado por haber agredido previamente al joven que terminó clavándole el cuchillo.

El relato, todavía lleno de incógnitas, dibuja un escenario menos nítido de lo que parecía en un primer momento. Según las diligencias, la pelea no habría sido un ataque gratuito, sino un enfrentamiento en el que el padre del futbolista habría desempeñado un papel activo, llegando incluso a incitar la reyerta.

Él fue, sin duda, quien sufrió la peor parte, y nada justifica una agresión tan violenta. Sin embargo, la reconstrucción de los hechos apunta a un contexto más turbio, en el que no hay héroes ni villanos claros, sino versiones enfrentadas que la justicia deberá dirimir.

El caso de Nasraoui recuerda hasta qué punto las fronteras entre víctima y agresor, entre el bien y el mal, pueden diluirse en un mismo episodio. La última palabra la tendrán los tribunales, pero lo sucedido obliga a mirar con más cautela aquello que parecía, hace un año, una historia sin matices.