El cardenal elector y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella

El cardenal elector y arzobispo de Barcelona, Juan José Omella Europa Press

Examen a los protagonistas

Juan José Omella

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El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, ha introducido en la homilía de la misa por la fiesta mayor de Barcelona, La Mercè, una referencia a una "solución diplomática" para poner fin a los conflictos internacionales que actualmente están en el foco de la actualidad, especialmente los de Gaza y Ucrania.

Aunque la finalidad es más que loable, conseguir la llegada de la paz y evitar más sufrimiento entre las poblaciones afectadas, lo cierto es que el discurso de Omella no deja de ser una injerencia del todo prescindible en ámbitos como el político y el diplomático que no se corresponden con el que debe representar. Más aun cuando también ha hecho alusión explícita a los políticos reunidos estos días en Nueva York con motivo de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Los deseos de paz y fraternidad entre los pueblos y la apelación a las figuras eclesiásticas para que lo hagan posible no deben entremezclarse con maniobras, negociaciones y herramientas que pertenecen al ámbito político. Dos terrenos que, como la Historia se ha encargado de demostrar, no forman una mezcla saludable ni beneficiosa para las civilizaciones.

En este sentido, el cardenal Omella es reincidente; sus numerosas intromisiones en ámbitos más allá del eclesiástico se han traducido en otros tantos reproches por parte de la sociedad civil, que no termina de entender, a estas alturas del s.XXI, tan absurda invasión. Los discursos políticos tienen sus propios lugares y están alejados de los centros de culto, por fortuna para unos y para otros. Para todos.