El escritor Dan Brown Europa Press
El escritor norteamericano Dan Brown (Exeter, New Hampshire, 1964) acaba de lanzar a bombo y platillo su último fárrago pre apocalíptico, titulado El último secreto, y como la trama de esta presumible magna obra transcurre principalmente en Praga, ahí ha sido la presentación mundial para la prensa (y tal como está la prensa, ¿quién rechaza un viajecito a la vieja Praga?).
Como todos sabemos, el señor Brown se ha hecho inmensamente rico gracias a esos thrillers tan pretenciosos como mal escritos que protagoniza ese cacho de cartón piedra que es el profesor Robert Langdon (Tom Hanks en las adaptaciones cinematográficas).
El primero de la serie, Ángeles y demonios (2000), pasó prácticamente desapercibido, pero con el segundo, El código Da Vinci (2003) lo petó urbi et orbi.
Los que ya tengan una edad (o dos) recordarán que hubo una época en España en la que todo el mundo leía El código Da Vinci, publicado por la editorial Umbriel después de que Planeta pasara del asunto, en lo que es, al mismo tiempo, una catástrofe financiera y una decisión cabal desde el punto de vista literario.
Era tal la presión que me lo acabé comprando… Para abandonarlo, aburrido e indignado, en la página treinta y tantos (se lo regalé a mi madre, que en paz descanse, y hay que decir que lo encontró entretenido).
No es que yo sea un tipo sesudo que desprecia los entretenimientos literarios (soy un lector compulsivo de novela negra), pero es que el código de marras no me parecía en absoluto entretenido. Por no hablar de los ilusos que te venían con la cantidad de cosas profundas que se descubrían en El código Da Vinci, que los había a patadas.
Lo siento, amigos, pero yo me aburrí como una seta con aquella trama pseudo profunda y aquellos personajes de madera. Lo volví a intentar con la película de Tom Hanks, pero solo aguanté 20 minutos (lo que dice mucho sobre la fidelidad al original, aunque nada bueno).
Habiendo escritores tan decentes como Stephen King o Dean Koontz, que también escriben para el pueblo llano, no entiendo el éxito del señor Brown. Francamente, hubiese preferido que triunfara como pianista y cantautor, que fue su primera vocación y por la que se trasladó de New Hampshire a California.
Por malo que fuese (y yo he sobrevivido a Michael Bolton y a Barry Manilow), difícilmente podría haber sido tan molesto como en su faceta literaria.
Puede que estemos ante un muchacho excelente (así lo recuerdan sus compañeros de estudios en el Gijón de 1980, donde aprendió español), pero creo honestamente que lo que escribe es espantoso, tirando a delictivo, por lo que le da un mal nombre a la literatura popular, de la que soy un ferviente admirador.
Y encima, Crónica Global no me envió a Praga, donde nunca he estado, ¡mecachis!