Josep Rull, presidente del Parlament, en el III Congrés d'Economia i Empresa de Catalunya de 2024
El presidente del Parlament, Josep Rull, ha presentado los actos de la celebración de la Diada de este año evocando la figura de Pasqual Maragall a propósito de la enorme senyera que se instalará ante la puerta de la Cámara autonómica.
Está bien. Pero habría estado mucho mejor sin alusiones a Maragall, sin pretender el uso de su recuerdo y de su legado por parte de quien no lo comparte.
Maragall trató de instaurar una forma de celebrar l'Onze de Setembre en la que se utilizaba una gran bandera --quizá no de 54 metros cuadrados ni soportada por un mástil de 25 metros-- solo para el acontecimiento, no para que estuviera allí plantada todo el año. Puede que el exalcalde de Barcelona no compartiera esas ansias patrióticas de los amantes de la simbología identitaria.
Además, Rull no puede tener una visión de país más distante que la del hombre de los Juegos Olímpicos de 1992. Cuando el entonces president organizó la Diada de 2004 lo hizo con el espíritu inclusivo que siempre le caracterizó --prueba de ello fue la agenda de aquel acto de la Ciudatella de apenas media hora en el que hubo tiempo para incluir artistas como Lluís Llach y Joan Manuel Serrat--. Pero eso no evitó que la muchachada independentista cercana a la ideología de Rull le abucheara e insultara cuando desfiló ante la estatua de Rafael de Casanovas.
