Santos Cerdán, en archivo
Amaneció en su casa y pasó la noche en Soto del Real. Benet Salellas no ha podido hacer nada para evitarlo. Santos Cerdán, acusado de ser el cabecilla de una trama de corrupción del PSOE dedicada a repartir mordidas a cambio de adjudicaciones de obras públicas junto el exministro José Luis Ábalos y su asesor Koldo García, entró este lunes en prisión preventiva sin fianza a falta de un juicio, que podría tardar, que confirme su hipotético liderazgo en este clan, que además, según los audios, organizaba fiestas con prostitutas –mientras defendían el feminismo en el Gobierno– y luego habría colocado a estas mujeres en distintos puestos.
El exsecretario de organización de los socialistas, número dos de Pedro Sánchez en el partido, fue el hombre que negoció la investidura con Junts, llegando a establecer una amistad con Jordi Turull, secretario general de los posconvergentes. Su ingreso en prisión viene determinado por la posibilidad de ocultación, destrucción o alteración de fuentes de prueba relevantes para un futuro enjuiciamiento, algo que ya se habría intentado, al menos, en el caso de Ábalos. Ha sido todo muy rápido, demasiado como para que la vicepresidenta María Jesús Montero dijera que Cerdán no tiene nada que ver con el PSOE cuando apenas hace dos semanas estaba sentado en su escaño en el Congreso y Pedro Sánchez aseguraba que sufría una persecución de la extrema derecha.
El dos, ya encerrado, podría no ser el único. Está todo el mundo muy nervioso y el caso ha complicado sobremanera la legislatura a un Gobierno que ya la tenía complicada per se. Sus socios dudan si seguir apoyando a Sánchez, y desde su propio partido se contempla la opción de que no repita como candidato cuando, antes o después, se vuelvan a colocar las urnas.