
Montserrat Viladomiu (2i), directora general interina de la Fundació Vila Casas, en un acto
La Fundació Vila Casas se ha sumido en una crisis sin precedentes. Y es evidente que buena parte de la responsabilidad del incidente recae en Montserrat Viladomiu, directora general interina. Bajo su gestión han habido una salida y varias bajas médicas.
Ahora, Crónica Global descubre que la Vila Casas ha estado abonando retribuciones opacas a tres patronos: la propia directora general y los patronos externos Miquel Vilardell y Glòria Bosch.
Es algo que despierta suspicacias por dos motivos. Uno, porque la hija del empresario y mecenas Antoni Vila Casas ya ha rebasado la retribución de su difunto padre. Y dos, porque Vilardell y Bosch no deberían recibir emolumentos por su condición de, precisamente, patronos.
Negro sobre blanco, la crisis en la Fundación de apoyo al arte contemporáneo supone el punto más bajo de su historia. Porque llega tras la dimisión de tres patronos el año pasado, y porque mancilla la encomiable labor hecha hasta ahora.
La Vila Casas debe salvarse. La entidad filantrópica debe estar al servicio de Cataluña y sus ciudadanos, que es lo que su creador hizo. Y por mucho que algunos y algunas se empeñen, esa plataforma de apoyo al arte vernáculo no es de su propiedad: pertenece a toda la ciudadanía del territorio.
Ellos son meros gestores de un patrimonio legado que debe responder al interés común. Y no queda claro que eso esté pasando en estos momentos.