
El exvicepresidente del Parlament, Josep Costa, dando una rueda de prensa sobre el supuesto espionaje con Pegasus, en el Col·legi de Periodistes el 6 de febrero de 2025
La esperanza del independentismo de que la justicia europea le diera la razón en sus cuitas contra la democracia española se está saldando con un estrepitoso fracaso. Una tras otra, las denuncias de sus dirigentes ante los tribunales comunitarios caen o son rechazadas, y esta misma semana hemos visto dos nuevos ejemplos de ello. Y ambos, con un protagonista en común: el exvicepresidente del Parlament, Josep Costa.
Sus dos últimas denuncias contra España por el supuesto espionaje con el software Pegasus -esta, presentada junto al expresidente de la Generalitat, Quim Torra-, y por su detención durante cuatro horas por haberse negado a declarar ante un juez del TSJC por un caso relacionado con el procés han sido desestimadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Y esta última, con argumentos muy rotundos.
El Tribunal de Estrasburgo ha confirmado de forma clara que el arresto del exmandatario de Junts no fue ilegal, ya que se hizo "para asegurar su presencia" después de su "rotunda negativa" a cumplir su obligación de declarar ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC). Y no sólo eso, ya que la justicia comunitaria concluye que la denuncia de Costa "es manifiestamente infundada y debe ser rechazada".
Este nuevo baño de realidad -el exdirigente ultranacionalista lleva ya perdidos media docena de casos- ha hecho perder la esperanza de Costa en la justicia comunitaria. Tanto, que en las últimas horas no ha dudado en criticarla en sus redes sociales. Una pataleta que, de nuevo, tampoco le deja en buen lugar.