
El presidente de Junts en el Parlament, Albert Batet, interviene durante un debate de Política General en el Parlament de Catalunya
Junts per Catalunya parece no haber digerido todavía su derrota en las elecciones autonómicas y mantiene su línea dura de oposición al Govern casi por sistema, sin dar apenas lugar a propuestas constructivas y de entendimiento.
En esta ocasión, la formación posconvergente ha aprovechado la crisis del apagón energético sufrido la semana pasada en España y Portugal para pedir dimisiones en el Govern.
Así se lo planteó ayer el jefe de filas de Junts en el Parlament, Albert Batet, al presidente de la Generalitat, Salvador Illa, quien durante su intervención anunció que Cataluña garantizará 48 horas de autonomía energética a los servicios esenciales en casos similares.
Batet cargó contra la gestión comunicativa del Govern durante el apagón, por no haber comparecido "durante cuatro horas que se hicieron eternas a la ciudadanía". Una crítica razonable. Aunque no lo fue tanto que acusara a Illa de haber estado "esperando a que desde Madrid se dieran explicaciones".
Pero guinda de su intervención fue que reprochara al actual president de haber "hecho mucho daño a la reputación de muchos Governs de la Generalitat". En este sentido, Batet haría bien en hacer algo de autocrítica. Porque, si alguien ha hecho "mucho daño" a la Generalitat a lo largo de la última década han sido, precisamente, partidos secesionistas como el suyo. Impulsando, por ejemplo, del golpe a la democracia de otoño de 2017, y una crisis política sin precedentes en Cataluña antes, durante y después del infausto referéndum ilegal del 1-O. Por no hablar de su gestión al frente del Ejecutivo autonómico, ya desde los tiempos de sus padres políticos convergentes.