
El presidente de Junts en el Parlament, Albert Batet
Junts per Catalunya no pierde ocasión de mostrar su rechazo a las instituciones y símbolos españoles. Incluso en un ámbito como el deporte. Esta vez, le ha tocado a la selección española de fútbol femenino, que el próximo 3 de junio jugará en el RDCE Stadium de Cornellà un partido clave de la Nations League.
Lejos de alegrarse por la presencia en Cataluña de las actuales campeonas del mundo -varias de ellas, por cierto, catalanas y de equipos de la región-, la formación del prófugo Carles Puigdemont exhibe su desdén a esta visita. Hasta el punto de instar al conseller de Deportes, Berni Álvarez, a dar explicaciones en el Parlament por lo que, a tenor de lo visto, les parece poco menos que una afrenta.
No deja de tener su gracia, eso sí, que Junts plantee entre su batería de preguntas sobre la visita de la selección femenina algunas como el coste económico del partido. Sobre todo, si se tiene en cuenta la extrema generosidad que los posconvergentes mostraron siempre que estuvieron al frente del Govern a la hora de dedicar ingentes cantidades de dinero público a cuestiones identitarias de toda índole durante décadas. Siempre y cuando éstas sintonizaran con el nacionalismo catalán, claro.