
Luis de Guindos, vicepresidente del BCE / EP
La OPA de BBVA sobre Banco Sabadell es la primera de carácter hostil de las últimas décadas en el sector financiero español. Una de esas operaciones condenadas, con independencia de su desenlace, a marcar un antes y un después. En un contexto como este, la prudencia y la mesura dejan de ser buenos principios y recomendaciones de manual para convertirse en imperativos de obligado cumplimiento.
Por eso, una frase como la pronunciada por el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, sobre la labor de un organismo regulador como la CNMC ("espero que se haga con profesionalidad") resulta particularmente inoportuna. Más aún cuando procede de alguien que representa a una entidad que también ejerce como regulador, en este caso del sector bancario de la zona euro.
En estos casos, la profesionalidad no puede resultar algo a "esperar", porque debe ir implícito en el carácter de la institución. Si se considera necesario esperar tal condición del organismo encargado de velar por un aspecto tan capital en una economía de mercado como es la libre competencia (también pilar básico en los sucesivos tratados de la Unión Europea) debe interpretarse que alguna circunstancia podría impedir que la CNMC se comportara de tal manera.
No es prudente ni procedente. No se alzó voz alguna para esperar profesionalidad del BCE cuando interpretó su papel en la OPA, a través del preceptivo informe en el que manifestaba su no oposición al considerar que la eventual fusión posterior no menoscabaría la solvencia de la entidad resultante.
Es público y notorio que el BCE promueve la consolidación del sector en la eurozona, en busca de entidades de mayor tamaño, más capitalizadas, capaces de afrontar desafíos como las grandes crisis y la feroz competencia que llega con los imperios tecnológicos estadounidenses. Pero, sin ir más lejos, a BBVA también le va mucho en el empeño, como autor e impulsor del mismo, y siempre ha dejado la profesionalidad de la CNMC al margen de cualquier debate o apreciación.
Las instituciones están para hacer su trabajo con el mayor acierto posible. En ningún caso para añadir más ruido al que ya de por sí generan maniobras como ésta.