Gonzalo Suárez

Gonzalo Suárez

Examen a los protagonistas

Gonzalo Suárez

Publicada

Al pie del cañón

Hace cuatro años que Gonzalo Suárez (Oviedo, 1934) no rueda ninguna película: la última fue Alas de tiniebla (2021). No sabemos si no rueda porque no quiere o porque la industria cinematográfica ha decidido jubilarlo antes de tiempo, dada la tendencia general al edadismo.

Personalmente, le echo de menos, pues siempre me pareció uno de nuestros cineastas más personales e interesantes. Y lo mismo podría decir de su faceta de escritor, a la que dedicó un total de 25 libros (las películas fueron 30).

Suárez pasó una larga temporada en mi ciudad, Barcelona, donde ejerció de periodista en El Noticiero Universal (rotativo por el que pasó un servidor de ustedes unos años después) con el seudónimo de Martin Girard (el apellido de su esposa francesa, Marie Helene) y donde cultivó la compañía de notorios miembros de la Gauche divine y de la Escuela de Barcelona. Durante toda su vida ha combinado el cine y la literatura, dejando en el primer apartado películas tan notables como Remando al viento (1988), Parranda (1977), La regenta (1974), Morbo (1970) o Ditirambo (1969).

A sus 90 años, es poco probable que nuestro hombre ruede algo más, pero la reciente publicación de un libro muy peculiar nos consuela de su ausencia en las pantallas. Se trata de una mezcla de novela y comic titulada El caso de las cabezas cortadas, que tiene su origen en un proyecto emprendido en Francia en los años 50 y abandonado hasta ahora, cuando Suárez se ha dedicado a corregirlo hasta otorgarle su forma definitiva.

Entre la novela policíaca y el esperpento, El caso de las cabezas cortadas constituye un muy curioso experimento que demuestra que el señor Suárez conserva la cabeza en perfecto estado de revista, lo cual nos consuela un poco a los fans que ya no nos lo encontramos en los cines.

Aunque sigo pensando que la industria se dio una prisa excesiva en jubilarlo, si es que el abandono del oficio no fue una decisión personal, lo que también podría ser (recordemos el caso de Manuel Gutiérrez Aragón, quien se pasó a la literatura cuando se dio cuenta de que ya no le iban a seguir pagando las películas que le gustaba hacer).

Gonzalo Suárez nunca fue un escritor superventas ni un cineasta que llenara las salas, pero siempre contó con seguidores en ambos registros. Puede ser que, con el tiempo, cada vez hubiese menos gente interesada en sus libros y sus películas, pero algunos nos mantuvimos fieles hasta el final: no es fácil encontrar creadores personales e interesantes.

Para esos seguidores leales, la aparición de El caso de las cabezas cortadas es un motivo de alegría, pues nos da noticias de alguien que se había convertido en una especie de pariente lejano del que hacía tiempo que no sabíamos nada. Nos alegra comprobar que sigue haciendo funcionar sus pequeñas células grises, como diría Hércules Poirot, y que sigue al pie del cañón pese a su avanzada edad.