
José María Pena, consejero delegado de Domusvi
Los conflictos laborales pueden estallar en cualquier empresa, y ello no quiere decir que la parte social tenga razón. La conflictividad es algo innato en la economía productiva, y en estas situaciones se impone el diálogo y la flexibilidad por ambas partes.
En el caso de DomusVi, no obstante, lo preocupante no es que se produzcan tensiones laborales, sino que los familiares de algunos usuarios denuncien que las condiciones internas de los centros no son, bajo su punto de vista, las idóneas.
Estas críticas son inquietantes porque se repiten. Algunos allegados de internos ya alzaron la voz cuando las residencias se situaron en el foco en 2020, cuando les golpeó la pandemia del coronavirus.
En aquella ocasión, hubo quejas no sólo por la respuesta asistencial ante el patógeno, sino que se puso el foco en la "dejación" sobre los ancianos de la que alertaron algunos de sus seres queridos. Parte de los denunciantes llegó incluso a enviar fotografías para apoyar su versión, que este medio publicó con el debido tratamiento.
Cinco años después del dramático episodio del virus, la clave es otra. Pero los operadores de residencias, y DomusVi es el mayor de ellos, deberían tener muy en cuenta que trabajan en un sector extremadamente delicado.
Todo cuidado con nuestros mayores es poco, y que salgan nuevas quejas de supuesta desatención -que la empresa niega- no benefician en nada a la imagen de la compañía.