
Francisco Reynés, presidente de Naturgy, durante la presentación de resultados de 2022 / EP
No resulta aventurado asegurar que sacar adelante el nuevo plan estratégico de Naturgy ha sido uno de los desafíos que más ha exigido a su presidente, Francisco Reynés. Varios son los factores que avalan la dificultad de un ejercicio que ha requerido de audacia, diplomacia y hasta algunas dosis de imaginación.
A un entorno energético y geopolítico que se mantiene notablemente volátil cabe añadir la peculiar estructura de capital de la compañía. Siempre que ha tenido oportunidad, Reynés ha puesto en valor el compromiso mostrado por todos los socios. Pero esta circunstancia no oculta que se trata de accionistas con intereses diferentes, en ocasiones incluso contrapuestos. Mientras algunos llevan tiempo buscando la salida, otros persiguen ganar peso a toda costa y tener, cada vez, más influencia en la toma de decisiones.
Y si todo esto no fuera suficiente, esta peculiaridad también redunda en una acción con una liquidez limitada al extremo. Una situación que requiere soluciones con cierta urgencia debido a las consecuencias que ha tenido (exclusión de los índices MSCI) y el apremio del supervisor para corregirla.
El resultado final y la reacción del mercado, con alzas superiores al 4%, indican que la búsqueda de un equilibrio que, en ocasiones, se antoja imposible ha dado sus frutos. Un plan "ambicioso pero realizable", que mantiene al alza las inversiones y la remuneración al accionista, sin descuidar la tan aconsejable disciplina financiera. Las piezas parecen haber encajado. El movimiento se encargará de demostrar la fiabilidad del engranaje.