
El consejero delegado de TMB, Xavier Flores, cuando era secretario general de Infraestructuras del Ministerio de Transportes
Se suceden las agresiones en la red de Metro de Barcelona. La última, a primera hora de este domingo, cuando cuatro hombres armados han atacado con navajas a dos hombres en la estación de Trinitat Vella.
Al intentar robarles el móvil y recibir resistencia por parte de los afectados, los han herido en la cabeza, los brazos y las manos. Por suerte, las lesiones no revisten gravedad y se recuperan de sus heridas tras recibir asistencia el Hospital Vall d'Hebron, ha explicado Metrópoli.
No es un caso aislado. Menos de 24 horas antes, el sábado a mediodía, un vigilante de seguridad se las vio con un grupo violento que quiso colarse sin pagar en la parada de Glòries, también en la L1, recoge el mismo medio.
De esta manera, en solo una semana, han trascendido tres incidentes. En el primero, el más grave, un vigilante perdió la visión de un ojo en Poblenou (L4). Crónica Global ha explicado en exclusiva nuevos detalles del ataque, con el testimonio de un compañero, también víctima de la agresión.
Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) sigue en el ojo del huracán, incapaz de garantizar la seguridad en la red del suburbano.
Tras años en los que la plantilla exige una mayor inversión en seguridad, el Ayuntamiento ha dado su visto bueno ahora a dotar de spray pimienta a los vigilantes. Medida que llega tarde, advierten, y que no servirá para aplacar la ira del sector.
Llegan horas cruciales para el consejero delegado de TMB, Xavier Flores. Tiene dos meses para evitar una huelga que podría dar la puntilla a la reputación del operador supraurbano y a sus relaciones con los sindicatos.
Pero el ejecutivo debe actuar pronto, y con acierto. Ofrecer diálogo y, sobre todo, soluciones para detener el aluvión de agresiones que no solo sufren empleados, sino también viajeros. Los hechos lo prueban.