Amores que matan
Musicalmente, hay espantos que te los ves venir y que cuando se producen, con un pequeño esfuerzo, consigues que te entren por una oreja y te salgan por la otra. Estas navidades, sin ir más lejos, el villancico sabrosón de Leticia Sabater y el burrito sabanero de David Bisbal han sido dos misiles sónicos de indudable enjundia, pero conociendo el pasado, digamos, artístico de la examiga de los niños (ahora se trata más con los jubilators, a los que alegra las pajarillas a domicilio presentándose en las residencias, no sé si a traición o previo aviso) y del extriunfito, la sorpresa ha sido francamente limitada, pues era exactamente lo que podíamos esperar de ellos (eso sí, nos podríamos haber ahorrado la promoción urbi et orbi del burrito sabanero a cargo de Isabel Díaz Ayuso). Pero la Navidad del 2024 nos ha traído una sorpresa sonora inesperada que a mí me ha sentado como un auténtico tiro, aunque me consta que llega cargada de buena intención.
¿Conocen la expresión “Hay amores que matan”? Pues le viene que ni pintada a Cuento de hadas en Madrid, villancico a cargo del cantante gallego Iván Ferreiro (Nigrán, Pontevedra, 1970, líder del grupo Los Piratas durante 13 años, quienes, si no recuerdo mal, colaron una canción en un blockbuster americano de superhéroes, que tiene su mérito), interpretado a medias con su novia, Guadi Galego y acompañados ambos por algunas luminarias del pop español de esas que yo, raro que es uno, no soporto, como Leiva, Rozalén o Mikel Erentxun.
El tema es una versión en español de una de las canciones favoritas de todos los tiempos del señor Ferreiro, Fairytale of New York, grabada por The Pogues en 1987, compuesta por Jem Finer y Shane MacGowan (cantante y líder de la banda) e interpretada por el señor MacGowan y la también difunta Kirsty MacColl (hija del mítico folklorista irlandés Ewan MacColl). La canción es una maravilla y, también, el único villancico (además de El pequeño tamborilero, sobre todo en la patafísica versión de Bing Crisby y David Bowie) que puedo escuchar con placer. Me pasa como al señor Ferreiro: Fairytale of New York es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos. De ahí que la adaptación a lo Gaby, Fofó y Miliki de Iván y su novia me haya sentado como un tiro (y no soy el único, si hacemos caso a la manada de haters que se han congregado en las redes sociales).
Cuento de hadas en Madrid es un jolgorio. Fairytale of New York es una desgracia de una melancolía enternecedora. Ambas pueden considerarse canciones para borrachos, pero para diferentes modelos de borrachos. El lirismo, la melancolía y sí, la tristeza que emanan de la versión original, que no deja de ser el relato de una historia de amor que se va al carajo en Navidad, brillan por su ausencia entre esos bobalicones lo lo lo lo lo lo que transmiten una alegría banal que acaba resultando ofensiva. Vamos a ver. Yo no dudo de la buena fe del señor Ferreiro, me creo que adora Fairytale of New York y que está convencido de que lo suyo es un homenaje.
Lo siento, Iván, no hay nada personal, ni siquiera te conozco, pero a mí ese homenaje me ha sonado más bien a burla. Cenizo que es uno.