El expresidente de ERC y candidato a la reelección, Oriol Junqueras, tras ganar la primera vuelta del congreso

El expresidente de ERC y candidato a la reelección, Oriol Junqueras, tras ganar la primera vuelta del congreso Alberto Paredes / Europa Pres

Examen a los protagonistas

Oriol Junqueras

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El presidente de ERC, Oriol Junqueras, ha decidido abrir su nueva etapa en el partido con una jugada desacertada. Cuatro días después de renovar su liderazgo, su primera decisión ha sido despedir a Xavier Mombiela, el encargado de elaborar el informe sobre los carteles de los hermanos Maragall, que precisamente señala a Junqueras como responsable.

El despido de Mombiela no es un ajuste de organización. Es, ante todo, un mensaje claro de cómo Junqueras gestiona la disidencia dentro de su propio partido.

Prueba de ello es que Mombiela ha denunciado coacciones y amenazas por parte del entorno del presidente y de su propia candidatura, Militància Decidim.

El argumento oficial es la "pérdida de confianza", pero Mombiela ha dejado claro que su única culpa ha sido incomodar a aquellos que, desde las alturas del poder republicano, no soportan que se cuestione su verdad.

El origen de esta crisis fue la polémica de los carteles sobre el Alzhéimer de Pascual Maragall, utilizados en la campaña electoral de 2023, cuando Ernest Maragall aspiraba a la alcaldía de Barcelona.

Tras hacerse público que los carteles provenían de las propias filas republicanas, la fractura interna fue inevitable. La llamada 'Estructura B' desató reproches entre junqueristas y roviristas, y muchos señalaron a Junqueras como sabedor de lo que sucedía.

Ahora, tras la renovación de su liderazgo, la primera acción de Junqueras ha sido cortar la cabeza del que, en su momento, trató de arrojar luz sobre la verdad incómoda de los carteles. Se trata de un intento de silenciar a quien ha revelado lo que algunos no querían que se supiera.

El despido de Mombiela es una venganza política. Junqueras demuestra que su liderazgo sigue siendo un ejercicio de control y de autoritarismo que nada tiene que ver con la democracia interna que tantos anhelan dentro de ERC.

La falta de transparencia y de tolerancia con la crítica interna se han convertido en las características distintivas de un líder que parece no haber aprendido nada de la tormentosa crisis interna que vive Esquerra.