La secretaria general de ERC, Marta Rovira, durante su intervención en el inicio del Consell Nacional del partido

La secretaria general de ERC, Marta Rovira, durante su intervención en el inicio del Consell Nacional del partido EFE/Andreu Dalmau

Examen a los protagonistas

Marta Rovira

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Marta Rovira ha echado raíces en Suiza, país al que se fugó en marzo de 2018 tras haber sido una de las principales impulsoras del golpe secesionista que tantos perjuicios sociales, políticos y económicos causó en Cataluña.

La todavía secretaria general de ERC continuará residiendo en el país helvético, algo que justifica basándose en razones personales y familiares. Una decisión respetable, y a la cual tiene pleno derecho. En eso, no hay nada que objetar.

Ese paso, no obstante, deja en evidencia el discurso victimista propio de los dirigentes del procés. Y es que Rovira, como tantos otros de sus correligionarios, se ha presentado a lo largo de los últimos seis años como una supuesta "exiliada", perjudicada por lo que llama "represión" del Estado.

La realidad de los hechos, sin embargo, muestra que Rovira se ganó holgadamente la vida gracias a los cargos públicos y políticos que desempeñó en ese mismo Estado que tanto denuesta, cuya legalidad desafió en el infausto otoño de 2017, y gracias al cual se ha beneficiado de una más que cuestionable Ley de Amnistía.

Ahora que podría regresar a España habiéndose librado de la acción de la justicia -privilegio que cualquier otro ciudadano con causas judiciales pendientes no podría tener-, Rovira prefiere quedarse en Suiza. Algo que deja en mal lugar su discurso de presunta "represaliada".

Rovira ha puesto tierra de por medio por decisión propia. Aunque eso sí, no sin antes haber liderado las negociaciones y condiciones para investir a Salvador Illa (PSC) como presidente de la Generalitat; y de intentar influir en las cuitas internas de ERC, respaldando la principal candidatura rival de Oriol Junqueras. Desde la distancia, su influencia sigue haciéndose notar.