El joven activista político y asesor parlamentario Oriol Gès tiene el dudoso honor de haber creado la primera crisis de la fuerza populista de derechas Aliança Catalana. Esta estrella emergente del espectro radical de la política catalana ha agrietado el partido cuando está en franca expansión.
Gès está siendo criticado por su remuneración, asignada por asesorar a sólo dos diputados, pero también por haber saltado de partido en partido hasta conseguir situarse bajo un sueldo público.
Más dudoso si cabe es el hecho de que su retribución se haya conocido gracias a los artículos periodísticos y no merced a la transparencia interna de esta formación ultra independentista.
Demasiado a menudo, los nuevos partidos han afeado las viejas dinámicas palaciegas y un obstruccionismo en la información que han terminado laminando la imagen de la democracia parlamentaria y dando alas, precisamente, al populismo.
Por eso, sorprende que en los partidos de nuevo cuño, y que aseguran que vienen a adecentar la práctica política, se repliquen no pocas de estas actitudes. Porque son las mismas dinámicas antiguas que, precisamente, critican a los partidos establecidos.