Carlos Torres
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Diversos fueron los avisos sobre la conveniencia de tomar asiento y adoptar una postura cómoda en el contexto del intento de BBVA por absorber Banco Sabadell debido a lo proceloso de la operación y a los casi incontables trámites administrativos que debe afrontar. Más aún si se tiene en cuenta que, si ya de por sí es una maniobra compleja, la existencia de una OPA hostil para completar la primera fase lo hace todavía más.
Por eso, estos tiempos son de apartados técnicos, papeles y más papeles y abogados, muchos abogados. A ellos siempre se les atribuye los célebres apartados de "factores de riesgo" que aparecen en los folletos de empresas cotizadas, en los que se contemplan hasta los aspectos más inverosímiles, con la finalidad de proteger a los emisores de posibles reclamaciones por falta de transparencia.
En este contexto cabe situar la advertencia realizada por BBVA sobre la posibilidad de que su operación para abordar a su competidor no llegue a buen puerto. Un gesto de transparencia que los inversores y los mercados agradecen, aunque no tanto que llegue más de dos meses después del primer anuncio de la oferta y, además, como parte de una de las recurrentes emisiones de deuda contingente convertible (los ya célebres CoCos) que la banca realiza con frecuencia.
No parece el mejor sistema para un trámite que, sin ir más lejos, el propio Banco Sabadell cumplió con más celeridad y claridad en un documento de registro universal, referencia para cualquier emisión de la entidad en los próximos meses y, por lo tanto, de obligada consulta para todo el mercado.
En una operación tan delicada como esta, con tantas aristas y, para más inri, tantas opiniones en contra, cada gesto cuenta. Por supuesto, se trata del "qué", pero también, y no menos importante, del "cómo". Y en este último apartado, el banco que preside Carlos Torres vuelve a exhibir un amplio margen de mejora.