La banda catalana Estopa cantando en un concierto / WIKIMEDIA COMMONS

La banda catalana Estopa cantando en un concierto / WIKIMEDIA COMMONS

Examen a los protagonistas

Jose y David Muñoz

Todo el mundo quiere a Estopa

14 julio, 2024 00:00

Hace unas noches, los hermanos Muñoz tocaron para más de 60.000 personas en el Estadio Olímpico de Barcelona, siendo los primeros músicos españoles que se apuntan semejante hazaña. El público se lo pasó pipa, hubo una canción dedicada al futbolista adolescente Lamine Yamal, Estopa revisó todos sus grandes hits y todo el mundo se fue muy contento para casa. Dejando aparte el número de asistentes al concierto, todas las actuaciones de Estopa llevan siendo un éxito desde que los hermanos Muñoz iniciaron su carrera al borde del cambio de siglo (veinticinco años de curro musical han cumplido este año 2024). Ello se debe a la eficacia de su fórmula compositiva, esa mezcla de rumba, flamenco, pop y rock que mamaron desde pequeños en su Cornellà natal, donde sus padres, procedentes de un pueblo de Badajoz llamado Zarza Capilla (del que los hermanitos son hijos adoptivos), habían montado el bar La Española. De una gente que ha crecido escuchando a los Chichos, los Chunguitos, Peret y el Pescaílla (más un poco de rock tirando a callejero) se podía esperar exactamente lo que llevan un cuarto de siglo haciendo: canciones alegres, festivas, para bailar y pimplar, para pasar un buen rato y volver a casa más contento de lo que estabas antes de verlos actuar.

La música les salvó de un destino gris como curritos de una filial de la SEAT en la que se pudrían en una cadena de montaje de piezas para automóviles, convirtiéndose de este modo en un ejemplo (a la manera de su querido Lamine Yamal) de que el ascensor social y la meritocracia veces funcionan en España en general y en Cataluña en particular. David (1976) y José Manuel (1978) empezaron muy pronto a tocar la guitarra, como si intuyeran que ese instrumento los iba a salvar del trabajo cutre que les podía acabar cayendo en cuanto se descuidaran. El éxito les llegó muy pronto, con canciones tan contundentes como La raja de tu falda o El del medio de los Chichos, elegíacas y humorísticas a la vez (el narrador de la primera se da un piñazo con su Seat Panda por mirar a una chica, mientras que al segundo se le aparece en sueños el del medio de los Chichos, cuyo nombre ni se especifica). Lo petaron en Cataluña (primero, los lazis los soportaron con displicencia; luego, viendo el exitazo, les dedicaron todo tipo de elogios en los que siempre se resaltaba su catalanidad), después en España, más tarde en Sudamérica. Consiguieron fans a capazos y, sobre todo, lograron no caerle nunca mal a nadie y que todos, aunque su música no les interpelara especialmente, les tuviéramos cariño y nos alegráramos de su triunfo.

Creo que caer simpáticos ha sido uno de los principales logros extra musicales de los hermanos Muñoz. ¿Y cómo no te van a caer bien dos tíos llamados a vidas de supervivencia que se han salido con la suya y se han hecho ricos sin endiosarse ni perdonarle la vida a nadie? Incluso los que nunca nos hemos comprado un disco de Estopa los escuchamos si suenan en la radio o aparecen por televisión. Si no son gente normal y decente, lo disimulan muy bien. Puede que nos entierren en dinero a todos, pero, a la manera de Bruce Springsteen, se las apañan muy bien para presentarse como chicos de barrio con suerte y talento. Dios los bendiga.