Ignasi Riera
Ignasi Riera no era gerente del Consorci Sanitari de l'Anoia (CSA) cuando los médicos de Urgencias del Hospital de Igualada, cabecera del conglomerado sanitario comarcal, confundieron un ictus con una migraña. Asumió el cargo en 2023, cinco años después de que tuviera lugar el fatal incidente.
Sí que ha tenido que lidiar con la estrategia de defensa que ha esgrimido el CSA, ya que la joven de 19 años, que fue víctima de la mala praxis médica, reclamó una compensación por la negligencia. El complejo sanitario, como codemandado junto al CatSalut, intentó alegar lo indefendible: que los sanitarios que la atendieron actuaron bien.
El Juzgado Contencioso número 17 de Barcelona ha negado la mayor. Ha dado por probado que existió una atención sanitaria tardía; que los facultativos de Urgencias no le realizaron las pruebas complementarias suficientes, se limitaron a una exploración sin ir más allá. Eso hubiera probado que sufría el infarto cerebral que, efectivamente, ya se había desencadenado. El diagnóstico llegó al día siguiente y en otro hospital, el del Mar de Barcelona, donde fue derivada por los médicos del Centro de Atención Primaria (CAP) al que recurrió tras el trato recibido en Igualada.
Una vez cometida la errata, arropar a la víctima y llegar a un acuerdo económico y moral con ella sería lo deseable. Y, de forma especial, revisar por qué no se aplicó el protocolo que existe en el CSA para detectar de forma precoz una dolencia que puede ser fatal. En el caso que ha puesto en entredicho la calidad asistencial del hospital, por suerte la afectación se limita a la movilidad de un brazo.
La causa judicial seguirá su curso. Riera es el encargado de evitar que se repita. Debe tomar cartas en el asunto y no limitarse a aplicar una solución corporativista.