Víctor Grífols Roura
La firma de un acuerdo de exclusividad con Brookfield para estudiar la pertinencia de lanzar una OPA para hacerse con el 100% de las acciones del grupo de hemoderivados muestra que los Grífols han sabido transformar un laboratorio de análisis clínicos en un gigante con prestigio y reconocimiento internacional.
El fondo canadiense se ha mostrado dispuesto a rascarse el bolsillo y llevar la batuta de una operación que les convertirá en los accionistas de control y, al mismo tiempo, permitirá sanear las cuentas, rebajar la deuda y sacar adelante una refinanciación compleja y que complicaba el futuro de la compañía. Es uno de los principales grupos de inversión internacional y solo los números de la gestora dicen mucho de su potencia, ya que su capitalización supera, por ejemplo, a la del grupo Santander.
La familia se ha ganado al exigente equipo de Brookfield, pero la operación también tiene un reverso. Implica reconocer que los Grífols no han sabido hacer bien su trabajo y que les ha venido grande estar al frente de una empresa cotizada, con los requisitos de transparencia y requerimientos normativos.
La OPA les permitirá salir del foco y vivir un momento de mayor tranquilidad en la firma, justo lo que la empresa necesita para continuar con un negocio que ha sido validado. La gobernanza debe mejorar.