Dolors Feliu
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Al secesionismo más rancio y ultramontano le está costando digerir la indiscutible derrota de sus partidos afines en las elecciones catalanas. Una de las muestras más claras de ese mal perder lo ha evidenciado la autodenominada Assemblea Nacional Catalana (ANC) que, sin más representatividad que la que le dan sus cada vez más escasos socios, se permite "exigir" a Junts, ERC, la CUP y Aliança Catalana "que no den ningún voto ni abstención al PSC-PSOE y bloqueen formar un gobierno autonomista".
La entidad ultranacionalista presidida por Dolors Feliu considera que la única alternativa a la "imposición de una mayoría autonomista" es que los partidos secesionistas "recuperen el programa unitario" para movilizar a su electorado, "que se promuevan nuevos liderazgos", y que "se convoquen nuevas elecciones en octubre". Ahí es nada, y por pedir, que no quede.
La ANC sigue sin asumir que su tiempo ya pasó, y que sus soflamas y exabruptos identitarios cada vez tienen menos influencia tanto en la Generalitat como entre sus propios seguidores. Y, lo más importante: continúa sin ser consciente de que el resultado de los comicios lo dan los ciudadanos de Cataluña con sus votos en un proceso democrático. No una entidad privada como la suya.