José Luis Rodríguez Zapatero
La voz del neo PSOE
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Cuando Pedro Sánchez observó que le caía mal a Felipe González, principal autoridad moral del PSOE tal como lo conocíamos, tuvo que buscarse un sustituto que bendijera su peculiar manera de entender la socialdemocracia española y lo encontró en José Luis Rodríguez Zapatero, que se prestó ipso facto a ejercer de gurú del neo PSOE, pues la figura del jarrón chino que habla resulta muy atractiva para cualquier expresidente del gobierno.
Es evidente que, con Sánchez, Zapatero se ha venido arriba y ha visto la oportunidad de reivindicarse a sí mismo y a su obra de gobierno (¿qué obra de gobierno? Ni idea, más allá de la ocurrencia de la Alianza de Civilizaciones). Recordemos que nuestro hombre llegó al poder despertando en la izquierda española ciertas ilusiones que no tardaron mucho en desvanecerse. Una vez jubilado, se empeñó en tener presencia internacional como solucionador de conflictos, pero lo único que hizo fue ir a Venezuela y tomar partido por el tiranuelo Maduro, una decisión que podemos tildar tranquilamente de discutible. Su idilio con Sánchez se debe, diría yo, a uno de esos encuentros metafóricos entre el hambre y las ganas de comer: el uno necesitaba un padre espiritual que le riera las gracias ante los mocos que le soltaba el referente moral anterior y el otro se dio un masaje de ego al poder ejercer de visionario que allanó el camino para que su sucesor convirtiera el PSOE en el engendro que es en la actualidad.
Así pues, cuando su supuesto delfín se ha tomado unos días libres para pensar en su futuro, Zapatero se ha dedicado a ensalzarle sin tasa y hasta a acudir a los compromisos que el otro se pasaba por el arco de triunfo, como pudimos comprobar ayer durante su presencia en Barcelona, como sustituto de lujo, en un mitin del PSC. Nuestro hombre sigue practicando el arte de hablar mucho sin decir nada más que obviedades y simplezas, pero hay que reconocer que ha perfeccionado mucho su habitual tono severo y pomposo. Metido en faena para celebrar la ceremonia de matar al padre González, Zapatero está encantado en su papel de precursor del nuevo socialismo y le da lo mismo ejercer de gurú que de sustituto o de telonero: el caso es dejarse ver, sentirse influyente y relevante y recuperarse de sus desastres como supuesto influencer político internacional.
Para Zapatero, salvar a Sánchez es salvarse a sí mismo: vaya usted a saber si el posible sucesor del presidente profundamente enamorado le considera un referente moral o un chisgarabís al que enviar a la papelera de la historia.