Wayne Griffiths
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El respaldo del rey Felipe VI a la futura planta de ensamblaje de baterías eléctricas de Seat y Cupra en Martorell es un reconocimiento significativo que subraya la relevancia estratégica de esta factoría para el futuro de la industria automotriz en España. Sin embargo, es esencial mantener una perspectiva realista: el nuevo centro de la compañía dirigida por Wayne Griffiths no representa un salto hacia la vanguardia tecnológica, ya que la producción y el valor añadido estarán en la factoría de Sagunto, que enviará por tren las celdas que componen las baterías para su ensamblaje en el municipio metropolitano barcelonés.
La inversión de 300 millones de euros y la creación de 400 empleos directos son pasos positivos: la llegada de puestos de trabajo industriales de calidad siempre es una buena noticia, pero la situación de la industria automotriz en Cataluña, marcada por la retirada de Nissan y la decisión de Seat de instalar su planta de fabricación de células de baterías en Sagunto, plantea interrogantes.
La planta en construcción en Martorell se percibe como un premio de consolación frente a estas pérdidas y plantea dudas. Es cierto que enviar las baterías separadas en más de 100 piezas idénticas para posteriormente ser simplemente ensambladas a 300 kilómetros de distancia puede hacer el transporte más manejable y ligero con respecto a enviar paquetes de más de media tonelada, pero ¿estas ventajas llevarían a Seat a invertir 300 millones de euros si solo contase con sus recursos privados sin el maná de los fondos Next Generation, sufragados por el contribuyente europeo, u optaría por ensamblar directamente en Sagunto?
Y otra pregunta: ¿ha hecho el Govern catalán todo lo que estaba en su mano para evitar la pérdida de la industria de la automoción? El president Pere Aragonès debería reflexionar sobre actitudes como la que repitió este viernes en su desplante al monarca. Es lícito que un representante político exprese su animadversión hacia la Corona, pero también es comprensible que estos gestos levanten ampollas en las empresas afectadas y, más allá de una planta que dará sustento a medio millar de familias, Cataluña no debería renunciar a grandes fábricas como la de Seat en Sagunto o la ya clausurada por Nissan en la Zona Franca.