Wayne Griffiths
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Seat cada vez es menos Seat. La pujanza de Cupra, la marca destinada a convertirse en la gran apuesta eléctrica de la filial de Volkswagen, es incontestable. Cupra ha elevado por sí sola las ganancias operativas de la empresa con sede en Martorell (Barcelona) hasta los 625 millones de euros, un incremento espectacular del 1.793% respecto al año anterior.
Pero estos números arrojan aún más dudas sobre el futuro de la histórica enseña. Sus trabajadores dan por hecho que tarde o temprano Seat será remplazada por Cupra, máxime a la vista de los planes de la industria para dejar de producir modelos fósiles. Pero no terminan de saber cuándo se producirá este relevo ni si implicará cambios laborales u organizativos.
Griffiths debería enviar un mensaje claro para acabar con el sinvivir de la plantilla. Si Seat debe transformarse definitivamente en Cupra o transitar hacia otro segmento de negocio, como la micromovilidad y la fabricación de componentes, que se diga de una vez y se ponga fecha a la defunción de una marca tan querida.