El mercado suele premiar a los valientes, a los pioneros, a aquellos que abren un camino que, en el caso de resultar exitoso, otros recorrerán para recoger frutos que habían permanecido ocultos. Es el caso del joyero Jordi Rabat, que ha decidido dar un paso firme, no exento de riesgo, y convertirse en el primero en España en ofrecer a sus clientes relojes antiguos, piezas de coleccionista y amantes del lujo, que ya resulta muy complicado encontrar.

Un servicio pre-owned en toda regla. O de "segunda mano", que ha sido su denominación de toda la vida pero que, aplicado al segmento del lujo, parece una auténtica locura. 

Lejos de esto, Rabat ha constatado la existencia de demanda suficiente para que merezca la pena arriesgar, que es el verdadero camino para hacer rentable una buena idea. 

Sería injusto además dejar de lado que con este tipo de iniciativas se introduce al sector del lujo en el entorno de la denominada "economía circular", aplicado hasta el momento a productos cotidianos. Dar un segundo uso a un activo que, de otra forma, no tendría salida en el mercado ni podría ser disfrutado por un comprador no debe ser algo que se reduzca en exclusiva al consumo diario y de bajo precio.

Rabat parece haber entendido que para vestir la idea sólo hay que venderla bien, de modo que su negocio no pierda el glamour que siempre tuvo. Sus establecimientos señeros de Paseo de Gràcia, en Barcelona; y Serrano, en plena milla de oro de Madrid, serán testigos de una iniciativa que, a buen seguro, no tardará en ser imitada. Eso sí, Rabat siempre contará con aquello de que "el que da primero, da dos veces", del que el mundo de los negocios no es ajeno.

Noticias relacionadas