Pilar Rahola
Esta no es mi TV3, que me la han cambiado
TV3 celebró sus cuarenta años dedicados a la formación del espíritu nacional y montó un gran fiestorro de autobombo al que no invitaron a Pilar Rahola, que lleva cierto tiempo caída en desgracia en esa casa. Pasaron por el aquelarre Andreu Buenafuente y Jordi Évole, Jordi Sánchez y Joel Joan (hay que reconocer que Plats bruts es, junto a Les Teresines de La Cubana, de lo poco decente que nos ha dado la nostra en cuatro décadas) y hasta Susanna Griso, que se vendió al españolismo hace años (esto ha irritado especialmente a nuestra cheerleader favorita del prusés). Pero nadie se acordó de invitar a Pilar a los fastos del aniversario. Y ella no se lo ha tomado nada bien. Olvidando aquel refrán que asegura que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, Pilarín se ha propulsado a las redes sociales para dejar constancia de su disgusto, que disfraza de agradecimiento a la organización por haberla dejado fuera de una fiesta de una televisión que ella ya no considera suya (o tan suya como cuando levantaba una pasta gansa por sus colaboraciones, consistentes habitualmente en hablar sola y a un volumen exagerado y en interrumpir a otros tertulianos cuando decían algo que no le gustaba).
En su mensaje, Pilar se presenta como (valga la redundancia) un pilar de la primera hornada de TV3, cuando el canal aspiraba a ser la televisión nacional de Cataluña, objetivo al que, aparentemente, ha renunciado, sobre todo desde que prescindió de sus servicios. Aunque algunos internautas se han solidarizado con ella y sus cuitas, también ha habido abundancia de comentarios sarcásticos relativos a ella y a su conocida condición de patriótica avida dollars. Dichos elementos hostiles le recuerdan la morterada de dinero público que levantó de TV3 cuando gozaba de la simpatía de la dirección y consideran que ya no siente TV3 como algo propio porque no la remuneran por ello.
Igual ha llovido sobre mojado, pues últimamente a Pilar se le han puesto las cosas un poco de canto, entre la caída en desgracia en TV3 y su desaparición de La Vanguardia (Pepe Antich le ha ofrecido refugio en El Nacional, pero, conociendo su fama de roñica, mucho me temo que no le pagará tan bien como el conde de Godó). Pero estas desgracias, más comunes de lo que parece en el mundo del periodismo, hay que tomárselas con más deportividad. A mí me han echado, entre otros sitios, de El País y de El Jueves (¡dos veces! ¿A que tiene mérito?), y no voy por ahí llorando ni, como diría Aznar, ladrando mi rencor por las esquinas.
Se te acabó el chollo, Pilar. Asúmelo. O espera que te vuelva a caer, que todo es posible. Pero deja de gimotear y de hacerte la ofendida, mujer, que ya cansa. Y tranquila, que siempre te quedará el Mossad.