Itziar Ituño
Hechos y consecuencias
La actriz vasca Itziar Ituño (Basauri, 1974) se ha visto metida en una polémica de vuelo tirando a gallináceo por su participación en una manifestación en apoyo de los presos de ETA y sus supuestos derechos, que ciertas normas de su encarcelamiento estarían conculcando. Iberia y BMW, que mantenían con ella una relación profesional, se la han quitado de encima y yo creo que están en su derecho, pues ninguna empresa suele mostrar el menor interés en unir su imagen a una persona que frecuenta malas compañías. En su defensa han salido un buen número de colegas buenistas de esos que dicen que no se puede perseguir a nadie por sus ideas, pues creen que todas las ideas son respetables, algo con lo que uno no está de acuerdo: las ideas de Hitler, Mussolini, Stalin o Franco nunca me han parecido respetables, y las de los terroristas de ETA, tampoco. Los hechos tienen consecuencias, algo en lo que parece que no se paró a pensar la señora Ituño, quien encuentra perfectamente compatible cobrar dinero de España (recordemos su participación en La casa de papel) y solidarizarse con los asesinos patrióticos de una banda terrorista vasca que están cumpliendo justa condena y entre los que hay, probablemente, gentuza con las manos manchadas de sangre. Estar en misa y repicando no puede ser, aunque a veces salga bien (si es que la solidaridad de Willy Toledo puede considerarse algo positivo, claro está).
A riesgo de que me tilden de facha (me la sopla), confieso que la defensa de esa mujer que se preocupa tanto por los derechos de los terroristas encarcelados no es algo a lo que me apetezca sumarme. Los hechos, insisto, tienen consecuencias. Y a cualquiera se le ocurre (menos a Itziar) que si quieres labrarte una carrera en el audiovisual español (y pillar contratos de Iberia y BMW), no te conviene dejarte ver dando vivas a una chusma que se tiró décadas atormentando a todo un país que insistían en que no era el suyo. Pero la única explicación que se ha dignado dar la señora Ituño ha sido un críptico mensaje en las redes sociales que consiste en la imagen de un Nahuel (brujo capaz de mutar en animal), el hashtag Black Panther, una canción de Víctor Jara como música de fondo y una frase más bien oscura que reza: "El Nahuel que me acompaña, mi secreto, es una pantera negra". ¿Qué intenta decirnos? Ni idea.
La polémica (gallinácea, insisto) pasará. Dudo que afecte a la carrera profesional de la señora Ituño (el segundo apellido es francamente maketo: Martínez). Sus colegas han podido hacerse el tolerante y el progresista gracias a ella, insistiendo en la vieja falacia del respeto a las ideas, pero algo me dice que las cosas podrían haber ido de otra manera si la llegan a pillar en una manifestación de Vox o de Falange Española. Tengo la impresión de que los mismos que ahora la defienden y abogan por la libertad de expresión callarían como muertos o, directamente, exigirían que se la dejara en el paro, pues ya se sabe que hay que plantar cara al fascismo. Explicarles, a ellos y a Itziar, que ETA fue otra forma de fascismo sería, me temo, perder el tiempo.