Meryl Streep, en los Premios Princesa de Asturias

Meryl Streep, en los Premios Princesa de Asturias EUROPA PRESS REPORTAJES

Examen a los protagonistas

Meryl Streep

21 octubre, 2023 23:30

Premio a la resistencia

En Hollywood, si eres mujer, corres un serio peligro de que la industria cinematográfica prescinda de tus servicios nada más cumplir los 40 años, algo de lo que los hombres se libran, como sabemos todos los que hemos visto a Clint Eastwood y otros gloriosos carcamales emparejados sentimentalmente en la ficción con mujeres a las que les doblan la edad (un problema que debería interpelar a Ione Belarra si no estuviese todo el día haciéndose la palestina). Pocas consiguen vencer tan funesta muestra de edadismo, pero Meryl Streep, con tres Oscar en su haber es, sin duda alguna, una de ellas. Y lo ha logrado a base de talento, de envejecer con dignidad y elegancia (nada de pasar cada dos por tres por la consulta del cirujano plástico) y de interpretar siempre papeles adecuados a su edad, eludiendo el célebre síndrome de Mary Pickford, alias La Novia de América, que, en los tiempos del cine mudo, estuvo interpretando roles de jovencita cuando ya apuntaba maneras de cacatúa y más allá.

Mary Louise Streep (Summit, Nueva Jersey, 1949) recibió el otro día el premio Princesa de Asturias y, salvo algunos indignados por la supuesta querencia del jurado a los figurones de Hollywood, a todos nos pareció muy bien. Sí, vale, el discurso fue el habitual en toda estrella internacional de la farándula: una bienintencionada retahíla de tópicos sobre la cultura española en la que lo mismo daba García Lorca que Penélope Cruz pero, por lo menos, la señora Streep lo recitó con una aparente sinceridad, pues para algo es una actriz excelente. Además de eso, desplegó una enorme simpatía, dio unos pasitos de baile mientras escuchaba a una banda de gaiteros, abrazó a un entregado fan de diez años de edad y supongo que se comió todo lo que le pusieron en el plato sin protestar. De todas las estrellas de Hollywood que han interpretado el papel de premiada con el Princesa de Asturias, Meryl Streep es la que mejor lo ha hecho: si no le hacía tanta ilusión como aparentaba, la verdad es que lo parecía. Lo cual nos lleva a los motivos de su éxito y de su permanencia: el talento.

Aunque la gente la admira, mayormente, por sus papeles dramáticos, lo cierto es que la señora Streep sirve para un barrido y para un fregado. Te puede hacer llorar con Los puentes de Madison, pero te puedes morir de risa con ella en La muerte os sienta tan bien y hasta comprobar que su mera presencia basta para dignificar un fistro diodenal de las dimensiones de Mamma Mía, aquel musical con canciones de ABBA en el que TODOS los hombres estaban fatal, por mucho que hubiesen demostrado su talento en otras películas. Sobrevivir a Mamma mía con la dignidad intacta es algo que no está al alcance de todos, como pudimos comprobar en su momento.

Unida sentimentalmente en su juventud al actor John Cazale, fallecido antes de tiempo, la señora Streep se casó con el escultor Don Gummer, tiene una hija actriz (¿o son dos?) y es de las escasas actrices norteamericanas de su edad que sigue trabajando de forma regular y llevando gente a las salas de cine. Lo suyo es un premio a la constancia. Y al talento.