Pere Aragonès
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Confundir el partido -ERC o Junts, según el caso- con la Generalitat de Cataluña se ha convertido en los últimos años en una costumbre recurrente por parte de los mandatarios secesionistas. Este domingo volveremos a tener un nuevo ejemplo de ello con la declaración institucional que el presidente del Govern, Pere Aragonès, dará "con motivo del sexto aniversario" del referéndum ilegal y unilateral de secesión del 1-O.
En lugar de representar a todos los catalanes, el jefe del Ejecutivo catalán vuelve a exhibir así su menosprecio a la ciudadanía no nacionalista y, de paso, su enésimo desafío al Gobierno español, pues a nadie se le escapa que su discurso llega en plenas negociaciones de las formaciones secesionistas para investir a Pedro Sánchez presidente del Gobierno. Un gesto que debería bastar y sobrar para que el líder del PSOE renuncie de una vez por todas a ceder a sus chantajes, como la amnistía a los líderes del procés.
Aragonès tiene que rectificar y darse cuenta de que jugar la carta de la radicalidad no le está sirviendo de nada, más que para crispar a la sociedad. Ni siquiera para congraciarse con sus correligionarios: hasta ahora, lo único que ha conseguido es que el resto de partidos independentistas le expresen su desconfianza, como ocurrió ayer en el Parlament.