La rentabilidad es el primer objetivo de cualquier fondo de inversión que se precie, más si cabe en el caso, como el de Blackrock, de ser uno de los mayores del mundo. Desde este punto de vista, en cuanto que legales y permitidas, las operaciones especulativas como las posiciones cortas son comprensibles. Pero resulta cuanto menos paradójico que el fondo sea además accionista de referencia de la empresa sobre la que se efectúa el ataque especulador. Telefónica, con su particular situación actual a causa de la llegada por sorpresa de la saudí STC ha sido la última "víctima", aunque en realidad, lo serán los miles de sufridos accionistas minoritarios.

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