La Generalitat de Cataluña vuelve a patinar en su atención a los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Esta vez, con su iniciativa del cheque escolar de 100 euros. Una ayuda que no sólo no distingue entre niveles de renta ni entre escuelas públicas y concertadas --de manera que también la perciben quienes no la necesitan--, y cuyo diseño tampoco ayuda gran cosa a las familias con hijos estudiando en centros públicos.
En suma, una chapuza más de un Govern que, al mismo tiempo, parece poner todo su empeño en echar mano del frentismo. Ayer, sin ir más lejos, se supo que el president Pere Aragonès reunirá de forma extraordinaria a su Ejecutivo el viernes --justo el primer día de campaña--, y que uno de los asuntos que abordará será la organización de un "plan de resistencia" ante un "previsible gobierno de España de una coalición de derecha y extrema derecha cuyo principal objetivo será el de atacar a Cataluña". A diferencia de en cuestiones de su competencia y que afectan a todos, en lo tocante a electoralismo los dirigentes secesionistas siempre van bien servidos.