Samuel Reyes
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Las lluvias caídas durante el último mes han permitido aliviar, aunque sea de forma insuficiente y muy transitoria, la grave sequía que padece Cataluña. Algo que parece haber devuelto cierto optimismo en la Agencia Catalana del Agua (ACA), desde la cual mantienen sin embargo los llamamientos a la ciudadanía para moderar el consumo de agua y las restricciones en ámbitos como, por ejemplo, el cierre de fuentes en las ciudades.
Más allá de reclamar sacrificios a la sufrida ciudadanía catalana, bien haría este ente dependiente de la Generalitat en asumir sus responsabilidades y emprender todas aquellas obras necesarias desde hace años para mejorar las infraestructuras hídricas y las canalizaciones, aprovechar el agua regenerada, evitar fugas, o construir desaladoras. Su falta de previsión nos ha llevado, en gran parte, a esta preocupante situación.