El Ministerio de Sanidad se escuda en un informe de hace ocho meses y escasamente fundamentado para amordazar a los viajeros en avión. El departamento dirigido por Carolina Darias se niega a revisar la obligatoriedad de las mascarillas en los vuelos, pese a las protestas de aerolíneas y pasajeros y a la evidente mejora del cuadro epidemiológico.
De nada sirve que seamos prácticamente el único país de Europa en obligar a llevar mascarilla a 12.000 kilómetros de altitud. Ni que se hayan impuesto diferencias entre aerolíneas nacionales e internacionales que atentan contra la igualdad de armas. Parece que Darias y el ministerio que comanda se han enrocado en una política desfasada solo para fastidiar al ciudadano.