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Ante la lenta tramitación de los Presupuestos de la Generalitat, sorprende la prisa por dar luz verde al incremento del impuesto de Patrimonio que debe permitir a Cataluña gravar a las grandes fortunas. Ese aumento de la fiscalidad forma parte del pacto que Pere Aragonès cerró la semana pasada con los comunes, sin que tenga todavía mayoría suficiente para aprobarlo. Pero el president ha puesto el acelerador para recaudar solo 12 millones de euros extra. Mantener las embajadas políticas del Govern secesionista cuesta más que eso.